El agente estaba comiendo con su familia en un establecimiento de la localidad cuando escuchó que en una mesa cercana había un hombre que gritaba. Varias personas intentaban ayudarlo sin éxito y el hombre seguía sin poder respirar. El policía se identificó, se abrió paso y comenzó a practicarle la maniobra de heimlich que se emplea en estos casos. Gracias a esta rápida y acertada intervención el hombre expulsó el trozo de carne y empezó a respirar con normalidad.
Varios minutos después el hombre recobraba la normalidad y tanto el afectado como el agente de policía se reían juntos comentando lo sucedido.
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