Este año el formato del homenaje, que ha tenido lugar este miércoles por la mañana, ha tenido dos espacios. En el Ayuntamiento, miembros de la corporación, responsables del PP andaluz y de la policía nacional y local participaron en un acto institucional. En el patio se recordó el nombre del concejal del PP asesinado, también de otras víctimas de ETA, como Tomas Valiente, Fernando Mújica o los concejales de Sevilla Alberto y Ascensión o de las víctimas de la barbarie de Hipercor.

Una víctima de ETA leyó el manifiesto, el inspector de la Policía Nacional Francisco Cortegana, de Utrera. Sufrió un atentado en el año 1991 en Bilbao. En el transcurso de una manifestación le atacaron con un cohete disparado en un tubo lanzadera. Le abrió la pelvis en canal, estuvo muy grave, pero se recuperó y siguió su servicio. Dando la batalla de no doblegarse ante el miedo. En el manifiesto que leyó recordó que precisamente el miedo es la forma más antigua de someter a la humanidad, por lo que no hay que ceder a él. Ni antes, ni ahora, frente a otras formas de terrorismo que son en realidad el mismo terrorismo. Siempre es el mismo. “Da igual de donde provenga la violencia, debemos implicarnos para mantener la máxima unidad alrededor de la democracia”, decía el manifiesto.

El sonido del violín en la interpretación del alumno del conservatorio de Alcalá, Antonio David Moreno, cerró esta primera parte del acto. Estuvieron presentes concejales del PSOE, PP, Alcalá Puede, Ciudadanos y las dos ediles no adscritas. También el vicesecretario del PP Andaluz, Toni Martín.

El siguiente escenario fue la plaza de Miguel Ángel Blanco, en el Campo de las Beatas, lugar donde este homenaje se repite desde hace 20 años y donde el recuerdo al concejal está rodeado de la vida de un lugar de convivencia y de paz, como símbolo de la aspiración por la que el concejal de Ermua dio su vida. Allí en el rótulo de la plaza que ha renovado la ceramista Julia Rodríguez para sumar también el retrato de su rostro, han quedado depositadas flores blancas que los asistentes se inclinaron para dejar a los pies de su nombre, como tributo al sacrificio de quien murió por los ideales que presiden nuestra sociedad.