Esa es una de las claves de su obra, explicó, la profusa documentación previa para que la narración discurra ajustada a la realidad del momento en el que se desarrolla. Es necesario leer muchos libros para que las piezas encajen y la atmósfera se apodere del lector. En este caso, explica esta vocación de documentación exhaustiva ha supuesto para ella, según explica, uno de los gozos en la elaboración del libro ya que le han llevado a aprender mucho de pintura o sobre la figura de los cirujanos barberos, y sus tremendas prácticas médicas.

Pero con todo no se trata de hacer novela histórica “contando el tocho” y luciendo erudición, sino de contar una historia que fluya con naturalidad y que se vaya presentado al lector, afirma. También incorporando elementos que aún siendo ficticios son creíbles y que ayudan a enriquecer la narración de lo que al fin y al cabo es una novela y un tratado de historia del arte. Y sin caer, añade, en un error habitual en la novela histórica que consiste en desarrollar personajes que no se adaptan a la mentalidad de la época y que actúan como lo harían en el presente.

En el proceso de elaboración, cuenta Eva Díaz Pérez, hay también un proceso de reflexión. La que la llevó por ejemplo a enfrentarse a los cuadros de Murillo, mirarlos e imaginar al hombre que los pintaba.

Con todo ello cuenta Eva Díaz Pérez que ha querido dar forma al objetivo de llegar a un público que no es especialista e interesarle, algo que es una de las virtudes de la literatura. Y también realizar un acercamiento desde un ángulo distinto al habitual con el que suele verse a Murillo.

Al pintor sevillano se le identifica mayoritariamente con sus obras religiosas, con la pintura de escenas dulzonas de ángeles y del Niño Jesús. Pero a Eva Díaz Pérez, le interesaba sobre todo otra faceta de su pintura, la de los niños en la calle y los personajes populares, que entronca con las escenas y la temática del Norte de Europa. De hecho, recuerda, la mayor parte de estas pinturas están fuera de España. “Me interesaba Murillo como alguien que cuenta la realidad de su tiempo y que nos ayuda a interpretar ese tiempo”, afirma.

La visita de la escritora al instituto Albero tuvo dos partes un encuentro con el club de lectura y otra con un grupo más amplio. Hubo también espacio para las preguntas y para reflexiones sobre la lectura y la literatura. Eva Díaz Pérez mostró el premio que corresponde a las largas horas de trabajo en solitario que conlleva la escritura, “es algo maravilloso que un lector comparta contigo el mundo que has creado”. A la vez que defendió en “un mundo en el que cada vez se lee menos”, la lectura como  herramienta que “nos hace comprender las ideas abstractas y desarrollar un conocimiento reflexivo”. Y dejó un consejo a los asistentes “esta es una época en la que os lo dan todo hecho y eso puede ser peligroso, lanzaros a leer, a pensar”.