En la puerta de la Iglesia conventual le esperaba la Antigua y Franciscana Archicofradía de Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, que reside en el convento, constituida en representación por el Consejo directivo con la Bandera de la Sección, para ofrendarle un ramo de flores que entregaron a su Hermano Mayor, Juan Manuel Ruiz Portillo, quien tras agradecerlo y entrar a saludar a las monjas, volvió con los hermanos adoradores, para escucharlas ante el paso de la Virgen.

El paso de la Santísima Virgen, portado maravillosamente por la cuadrilla de costaleros de Nuestra Señora de la Esperanza, fue vuelto por completo, a la voz del capataz, Enrique Pavón, hacia la puerta principal de la Iglesia, en cuyo interior se encontraba la Comunidad de Hermanas Clarisas, acompañadas por el sacerdote Manuel María Roldán Roses, rector del Santuario del Águila y párroco de Santiago, a cuya collación pertenece el convento, quien durante el cortejo, al llegar a la altura del convento, saludó a los adoradores y accedió a la Iglesia conventual para saludar y acompañar a las Hermanas Clarisas.

Este año, las Hermanas Pobres de Santa Clara, interpretaron “Salve, oh Madre del Águila”, obra compuesta en 1991. La letra es de sor Auxiliadora Estupiñán Falcón, clarisa del convento alcalareño, ya fallecida. La música la compuso Domingo Cols, canónigo-organista de la Catedral de Barcelona, gran músico, reputado autor de música del oficio divino, ya fallecido, quien vino al convento de Alcalá de Guadaíra expresamente para componer esta preciosa pieza musical.

Las voces angelicales de las monjas, el zurear de las palomas, el embriagador aroma de nardos y jazmines, el bello contraste blanquiazul y la serena y dulce sonrisa de la Virgen del Águila, hace que el amargor de las decepciones, incomprensiones, desprecios y sinsabores que da la vida, se conviertan en dulce gozo, ante la presencia de la Madre de Dios, que siempre anima, con su ejemplo de fe, a vivir el Evangelio y tomar cada uno su cruz con una sonrisa en los labios, como testigos auténticos de Jesucristo.