Opinión - 15/12/2014
"Historias de América". José Manuel Rodríguez
Autor:
José Manuel Rodríguez

Viajar a América siempre ha sido y será una aventura. Al igual que Colón son muchos los que, en nuestro entorno cercano, a diario ponen rumbo hacia el Nuevo Mundo en busca de las oportunidades que actualmente ya no ofrece la vieja Europa. Pero este viaje no es nuevo, una persona allegada me recuerda a menudo la historia de su familia, la cual, allá por los años cuarenta, cuando las necesidades apretaban en España,  tenía todo dispuesto para marcharse a Argentina; sin embargo, el viaje nunca llegó a producirse, debido a que el fotógrafo al que acudieron estaba más necesitado que ellos y,  en lugar de darles la foto, decidió marcharse con el dinero.

Siempre había escuchado que América es una tierra de oportunidades, y estoy de acuerdo con esa afirmación; hoy, como en otro tiempo,  se buscan oportunidades laborales y económicas. Pero, además, el Nuevo Mundo nos ofrece la oportunidad de conocernos y entendernos mejor a nosotros mismos, ya que hay mucho de nuestra cultura y de la forma de ser de los españoles y de los andaluces en aquellas tierras.  Es sorprendente, cuando al volver la esquina, en una ciudad de América, uno se encuentra delante de un azulejo de Jesús del Gran Poder de Sevilla, o  pide torrejas y comprueba que son algo muy parecido a las torrijas, o descubre calles y edificios que nos hacen  pensar, por un momento,  que estamos en Cádiz o Sevilla. Y es que fueron muchos, antes que nosotros, los que acudieron a aquellas tierras lejanas en busca de oportunidades, tal y como hacemos actualmente.

Lo español, en general, es valorado en América, pues son muchas las historias que pueden contarse de hombres y mujeres de nuestro país que son todo un ejemplo de superación personal. Hace poco, un amigo americano me regaló un libro de la historia de su familia, ya que es habitual que estas personas hechas a sí mismas escriban sobre su vida y sus dificultades; el bisabuelo y la bisabuela de mi amigo llegaron a América con una mano delante y otra detrás, procedentes de un pueblo de Barcelona y, tras muchas vicisitudes, la familia fue capaz de salir adelante. Empezaron montando una tienda de comestibles, donde lo que más vendían eran cucharas y tenedores a la población local, que en aquella época desconocía estos utensilios; tras muchos años de trabajo y esfuerzo, hoy son una de las principales cadenas de comida rápida de su región. Sin duda, un aliado del español en América, en la actualidad, es el “jet lag”,  molesto pero aliado. Este  fenómeno que consiste en la alteración del sueño provocada al viajar en avión con un cambio de horario considerable, como sucede al viajar a América, provoca  que en los primeros días uno se despierte muy temprano, así como a las tres o las cuatro de la mañana, con lo cual se le saca ventaja al día y resulta que, al comenzar a trabajar a las nueve de la mañana, uno ya está con mucha fuerza y con muchas ganas, cumpliéndose lo que dice el refrán: “a quien madruga Dios le ayuda”.

Pero las cosas no son ni fáciles ni sencillas, pues América también es una tierra de competencia, y por ello, de vez en cuando, algún americano- medio de guasa medio en serio- nos recuerda la historia de los espejitos. Para el que no la conozca, resulta que hace más de quinientos años, cuando Colón llegó a América, los indígenas comenzaron a cambiar oro por espejitos; los indígenas desconocedores de estos cristales y atraídos por el efecto que provocaba el poder observarse, quedaron fascinados y compraban estos espejos a precio de ”oro”. En cierta ocasión, tanto fue el énfasis que puso la persona con la que conversaba sobre este asunto, que llegué a pedirle disculpas por la parte que me tocaba, pero al mismo tiempo le recordé que se apellidaba González del Río, con lo cual, probablemente, si alguno era responsable más era él que yo, que acababa de llegar a aquellas latitudes. Y es que atendiendo a esta competencia,  si no estás atento acabas cargando con la culpa de otro y, esta no es la mejor forma de tender puentes y construir futuro.

La gente es de allí de donde satisfacen sus necesidades, o como decía mi tío: ” la gente es de allí de donde le dan de comer”, pero muy pocas veces olvidan sus raíces. He conocido oriundos de Carmona, de Brenes, de Asturias, de Valverde del Camino, de Bilbao y de Córdoba, de muchas partes… Un caso muy especial fue el de una señora, hija de españoles, que contaba emocionada cómo a sus sesenta años había estado en Logroño, la tierra de sus padres para recoger su documento nacional de identidad y mostraba en su casa un cuadro que tenía de la reina Isabel la Católica; pequeñas cosas que se valoran cuando uno está fuera. Estas experiencias provocan que al conocer a alguien, uno ya se predisponga y sienta curiosidad por saber cuál será la historia de la persona que tiene enfrente, aunque a veces es mejor ni preguntar, porque también  América fue una salida para dejar atrás un pasado de no buenos recuerdos e iniciar una nueva vida.

Pero la América de hoy, imagino que como la de ayer, también es dura por sus contrastes, que provocan tensiones y conflictos. Quizás, lo más duro y que más llama la atención, desde nuestro punto de vista, sea lo habitual que resulta en algunos países, encontrar a personas armadas, aparte de los cuerpos de seguridad oficiales; o leer carteles a la entrada de establecimientos públicos, que indican la prohibición de entrar armados, u observar en el camión de reparto de bombonas o de bebidas que, además de la carga normal, va siempre una persona con un arma para proteger de posibles robos de mercancías. A esto no estamos acostumbrados básicamente porque en nuestra Europa, nuestra España, nuestra Andalucía, hace tiempo que aprendimos a resolver nuestros problemas con leyes y justicia y, aunque las cosas no sean como deseamos, al menos es una tierra de paz. En este contexto se percibe la increíble capacidad de adaptación que tiene el ser humano, que normalizando esta situación, es capaz de sonreír y ser feliz marcando nuevos límites a la vida.

Al viajar uno comprende que, aparte de lo que leemos y de lo que nos cuentan, existen muchas historias de América, historias que nos ayudan a conocernos y a comprendernos; historias que permiten descubrir que las personas de este país diverso que se llama España, allende los mares, son capaces de sacar lo mejor de sí mismos; historias que nos invitan a cuidar y disfrutar de lo que tenemos.

Empecé a escribir estas líneas en Alcalá de Guadaíra y termino de escribirlas en algún lugar entre Guatemala y El Salvador, sintiendo nostalgia de las tortas de Alcalá y de los molletes con aceite, porque como dice un amigo mío, a lo mejor nada es casual y seguro tenía que ser así.

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