El PP es la pieza clave en la moción. Tienen la llave. Se puede prescindir de algún partido, pero no de ellos. La oposición suma 16 concejales, para la moción son necesarios 13. El PP tiene 5. La dirección provincial del PP ya se ha pronunciado, de forma bastante clara, contra la moción de censura. Para ellos es un lío. Se trataría de entrar en un gobierno con Podemos, IU y con su nueva bestia negra, Ciudadanos. Argumento para atacarles de aquí a las próximas elecciones. Aquí el PSOE usará también sus bazas a nivel provincial, si no lo ha hecho ya. Como ya ocurriera en las municipales, Carmona entrará en juego. Allí el PP gobierna en minoría, le falta un concejal. La suma de la oposición, liderada por el PSOE podría arrebatar una alcaldía muy valorada por los populares con una moción de censura en respuesta (represalia) a la de Alcalá.

Pero la situación del PP de Alcalá no es la habitual en el partido. La jerarquía está rota. En las recientes elecciones a la presidencia de la Agrupación Local, Sevilla apoyó claramente a Sandra González, que finalmente ganó a José  Manuel Villanueva, concejal y candidato del grupo municipal. Esto ha provocado una situación peculiar, la dirección del partido y la del grupo municipal son distintas. Sevilla controla a la primera, pero no a la segunda, que siente que no debe nada a unos dirigentes que tomaron partido claramente contra ellos y que tampoco planteó, ni antes ni ahora, la posibilidad de una integración.

El provincial ha dejado en el Ayuntamiento a cinco concejales abandonados a su suerte. Cinco ediles que saben que no tienen futuro en el partido. En las próximas elecciones van fuera. Sin aspiraciones en el partido, sintiendo que sus dirigentes les han traicionado y con sus carreras políticas con fecha de caducidad, ¿qué les obliga a obedecer? La dirección del PP carece de medidas coercitivas (ni de ascendente personal) para obligarlos a nada. Para colmo el PP emite un comunicado desautorizándolos sin antes hablar con ellos.

La pelota está en el tejado de los concejales alcalareños del PP. Tienen varias opciones. Obedecer y se acabó la posibilidad de moción de censura. Desobedecer  y seguir adelante. En ese caso el balón vuelve al provincial. Dos opciones para ellos, aceptar la decisión local y dejar que la moción prospere o echarlos del partido. Bola para el  PP local. De nuevo dos opciones, dejar el partido y seguir con la moción o entregar el acta de concejal, en cuyo caso también habrá fracasado la moción. Pase lo que pase, el PP de Alcalá es ya la primera víctima de la moción de censura. Sus opciones son acudir a las próximas elecciones como el partido que gobernó con Podemos e IU o como el partido que salvó al PSOE de perder el Ayuntamiento. Las dos son malas cartas para ir a las próximas elecciones municipales. Ellos sabrán cuál de la dos manos es peor.

Para la dirección local del partido, la situación es también complicada. Si la moción progresa y resulta un éxito, parte de su electorado les reprochará haber defenestrado a quienes la hicieron posible y presentar un candidato que no la apoyó, que es lo que parece que hará la actual dirección local, por fidelidad a Sevilla. Si la moción no progresa, muchos de sus votantes los verán como aliados del PSOE. Así las cosas parece que lo menos malo para la dirección local es que la moción salga adelante y que luego el gobierno de la oposición fracase. “Nosotros ya vimos claro que eso no iba a funcionar e intentamos frenarlo”, podría ser su argumento salvador.

Hasta aquí la política. Pero hay algo más. Alcalá, los ciudadanos. La situación creada pondrá a todos los que ejercen de un modo u otro la política en Alcalá fuera del gobierno, frente al verdadero espejo de su dedicación: ¿qué esperan los ciudadanos? ¿qué es lo mejor para ellos?