La inserción laboral de las personas con discapacidad intelectual no resulta siempre fácil a pesar de que existan medidas legales para mejorar la situación. No obstante, con buenas dosis constancia, esfuerzo, ganas y esperanza para creer que se pueden sortear los obstáculos y las crisis  es posible lograr el sueño de encontrar un buen empleo.

La Asociación Alcalareña de Educación Especial (AAEE) con más de 35 años de trayectoria en la localidad lleva cinco inmersa en la proyección laboral de jóvenes con discapacidad intelectual.

La implantación y tutorización de los programas de empleo y la formación laboral de la AAEE es responsabilidad de Nuria Páez a cuyo cargo están seis alumnos jóvenes con los que trabaja durante todo el curso finalizando el mismo con tres meses de prácticas laborales.

Según explica Nuria Páez, “los primeros años de esta experiencia tuvimos la oportunidad de adherirnos a programas municipales y distintas subvenciones. Este año,  esas subvenciones no han llegado, y a pesar de los recortes y dificultades, hemos logrado dar continuidad a nuestro programa de formación socio laboral”.

Para ello han contado con la colaboración de las empresas alcalareñas, sobre todo en la fase de prácticas. Ya hay algunas empresas que han firmado con la asociación convenios de colaboración en varias ocasiones. Ellas son testigos del buen rendimiento y los efectos positivos que estos trabajadores aportan a la plantilla. Ahora, según explica Nuria Páez, el reto es lograr que una vez terminadas, las prácticas profesionales se conviertan en contratos laborales.

“Ha sido todo un reto pero lo hemos conseguido y tenemos este año de nuevo a cinco personas haciendo prácticas en empresas de gran trayectoria  en el sector de comercio y servicios”, afirma la responsable del programa.

Las empresas que han abierto sus puertas en la localidad son Carlin Guadaíra, Toys R Us, supermercado Día, Kiabi y supermercado Aldi.

El reto de la formación para el empleo de personas con discapacidad de la AAEE va estrechamente unido al programa de voluntariado con jóvenes alcalareños que dedican parte de su tiempo a apoyar a los alumnos en prácticas.

Preparada para un trabajo remunerado

Tamara Serrano realiza sus prácticas con funciones de auxiliar de servicios administrativos y reposición en la empresa Carlin Guadaíra. En los últimos cuatro años ha tomado experiencia a través de sus prácticas en el IES Leonor de Guzmán, en El Corte Inglés y también en Kiabi.

Reconoce que está muy contenta en la empresa en la que ahora trabaja y que experiencia adquirida le está permitiendo continuar su aprendizaje en temas de facturación, archivos además de reposición de estanterías. “Me encantaría que este trabajo fuera ya definitivo y sobre todo remunerado”, afirma Tamara.

El calendario semanal de la empresa para Tamara le asigna jornadas bien de mañana, bien de tarde. Así los lunes y viernes se encarga de reponer  y los martes, miércoles y jueves ordena facturas. Para esta tarea cuenta con la ayuda de un alumno, Carlos del ciclo formativo de Socio sanitario del IES Leonor de Guzmán que a su vez realiza parte de sus prácticas siendo figura de apoyo para Tamara.

Los responsables directos de esta empresa alcalareña aseguran que “Tamara nos ha aportado mucho. Desconocíamos la experiencia laboral con una persona con Síndrome de Down y está siendo muy grata, además de fácil, ya que ella se integra y trabaja como uno más y una vez que aprende las tareas asignadas las hace con soltura y además con alegría”.

Debo tener claro que “yo si puedo”

Tiene 23 años y se llama Natalia Sousa. Al igual que muchos de sus compañeros ella ha participado en diferentes programas que le han permitido ejercer en el marco del ámbito laboral, con prácticas por ejemplo en la residencia de ancianos La Milagrosa, en la Piscina Municipal Los Alcores, entre otros. Hasta finales de este mes realiza sus prácticas laborales en la empresa Kiabi en Alcalá.

Allí se encarga diariamente de desempaquetar prendas de vestir que vienen en cajas y colocarlas en sus respectivas perchas. Aunque reconoce que le gustan más los temas administrativos, le encanta el trabajo que está desempeñando estos meses y la buena relación con sus compañeros.

Una más dentro de la plantilla

Después de varios años de prácticas en distintas áreas, a Loli Jiménez de 44 años de edad se le ha asignado este curso la oportunidad de conocer de cerca y poner en práctica sus habilidades de reponedora, limpieza y mantenimiento del supermercado de la cadena Aldi que está situado en el Centro Comercial Alcalá Plaza.

Hay tareas que a Loli le resultan un tanto complicadas y para ello tiene a su lado, dos días a la semana, a Cristina Fernández estudiante de Grado Superior en Educación Infantil que le organiza la tarea de la mañana y le recuerda aspectos importantes y que no debe olvidar como mirar las fechas de caducidad de los alimentos, detalles que se pueden escapar o aspectos vinculados con los riesgos laborales, entre otros.

Loli manifiesta su satisfacción por las prácticas y Cristina reconoce que su labor de voluntariado con personas con discapacidad le aporta crecimiento personal y mucha paciencia.

“Ha mejorado mucho en el área de atención al público” asegura el responsable de la tienda Aldi en Alcalá, Jordi Ricos quien manifiesta su agrado hacia la formación de trabajadores nuevos y considera a Loli como tal, sin hacer distinción alguna por su discapacidad.

La cadena de supermercados Aldi es una de las pocas empresas que ha contratado en sus tiendas a personas discapacitadas, transformando contratos en prácticas y temporales para el fomento del empleo de estas personas en indefinidos con bonificación.