Actualidad - 05/01/2017
Los reyes magos recorrieron la ciudad en un vistoso cortejo seguido por miles de personas
Un día para tener muchos o muy pocos años, el día de la Cabalgata
Autor:
Alberto Mallado
Un día para tener muchos o muy pocos años, el día de la Cabalgata
Fotos: Alberto Mallado
Este es un día para ser muy grande o muy pequeño. Los reyes magos llegan a Alcalá para todos y en su camino ofrecen su carga de ilusión. Pero tienen a sus preferidos, por arriba y por abajo en el arco de las edades del hombre. Niños y mayores, son sus predilectos y para ellos amplían su recorrido más allá del que trazan las carrozas.

Con esta «prioridad» trazan el mapa de su camino por la ciudad desde el 5 de enero. Un mapa que no es secreto, porque ahora, cosas de la tecnología está registrado en una aplicación que puede descargarse en el móvil y que permite seguir online, la estela que dejan en su camino y que brilla tanto en la pantalla, como en a ras de suelo, algo de magia se reservan los monarcas, claro está. El «desembarco» de su comitiva en Alcalá tiene su lógica por todos los sitios. Los reyes llegan al Santuario de la Virgen del Águila. Aquí está el lugar en el que nació la ciudad, la altura fortificada que da veracidad a la venida de los magos de Oriente y también el Niño Jesús de la Virgen, el «aguilito», primero de los infantes ante el que se postran los reyes.

Llega luego el trámite protocolario. La recogida de las llaves de la ciudad, en el Ayuntamiento. De la burocracia municipal hoy se encarga una corte de pequeños asistentes que tienen perfectamente organizadas y timbradas las cartas en las que hacen sus peticiones a los monarcas. También regulan el cobro de impuestos, un puñado de caramelos es el tributo a pagar por los reyes.

Sigue el camino, tras los niños los mayores, las residencias de la ciudad, donde los coros improvisados de los abuelos les reciben con el himno para estas ocasiones “ya vienen los reyes magos”. También hay regalos para ellos, pero sobre todo hay caricias, palabras al oído y magia al devolverles años atrás con la pregunta por algún recuerdo, con la evocación de un linaje. Los magos se despojan de realeza para exhibir títulos como “yo soy el hijo de tu amigo….” o “el nieto de tu primo tal…”

A las cinco de la tarde, de nuevo turno para los niños. Salen las carrozas del palacio real de Alcalá, la sede levantada por la cabalgata para guardar las cosas grandes, los tronos, los cargamentos de caramelos y también las pequeñas, las emociones, los nervios, las lágrimas de la ausencia.

Y ese palacio real repleto hasta el techo de fantasía, va extendiendo un reguero de ilusión. Son veinte carrozas, cinco bandas y cientos de beduinos. Todos siguen el camino de caramelos que se traza por la ciudad la Estrella de la Ilusión. Una comitiva con estética y sello propio. La obra de un hombre, Pepe Corzo. Fue el primer director artístico de la Cabalgata y aunque falleció prematuramente en 1987, dejó una impronta y una forma de hacer que perdura hasta hoy. La Cabalgata ha querido este año rendirle un homenaje completando el nombre de la calle que perpetúa su memoria con un azulejo que reseña su labor. Todo en un año que traza uno de esos hermosos bucles escrito con letra de linaje. Hace 50 años que fue rey mago, Baltasar, y este año, también con la cara pintada de negro saldrá de rey su hijo, también de nombre Pepe y que ha mantenido la tradición cabalgatera de la familia.

El recorrido de las carrozas es una sucesión de momentos que si en la cáscara de la estampa generan la misma imagen, en el fondo de cada espíritu dan lugar a emociones nuevas. Cada cabalgata es distinta por las nuevas carrozas, por la personalidad de los reyes o por la ambientación de los beduinos, pero sobre todo porque las vivencias de cada año son distintas, y estos magos tienen el don de aflorar lo mejor de todos los que los contemplan. De los niños la ilusión y el asombro, claro. De los mayores, el recuerdo, el agradecimiento, el deseo de compartir la felicidad de este día o de hacerla crecer entre los suyos. Tras su paso quedará el recuerdo y el testimonio material de un puñado de caramelos. Los reyes saben que hay una cuenta que no falla, entre los mayores cuanto más llenos están los bolsillos de caramelos, más llenos está el espíritu del niño que un día fueron y que hoy se les asoma pudoroso en un grito de “¡aquí!”, en el agacharse para coger caramelos con jovial olvido de achaques e impostura.

A las nueve la cabalgata está de vuelta y llega de nuevo un momento en exclusiva para los niños. Unos niños privilegiados. Los reyes les entregan en mano, personalmente sus regalos. Son la razón de ser de la entidad, los que hacen que el día cobre sentido pleno.

Carta de los reyes magos para niños que peinan canas: Revisen los bolsillos del abrigo al llegar a casa y cuenten los caramelos que llevan. Recuerden el número. El próximo año hagan propósito de que sean más. ¿De verdad creen que son sólo caramelos?

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