Desde la terapia cognitivo conductual se aportan herramientas valiosas para su tratamiento y contribuye a disminuir la alta tasa de recaídas que se producen en esta patología. Entendemos que cuando alguien experimenta un estado de ánimo deprimido, hay una mayor accesibilidad a los pensamientos negativos, y  cuando la motivación es baja  o  se presenta una escasa  actividad física, se incrementa la probabilidad de que esta persona pueda experimentar más cogniciones negativas, que a su vez agravarán aún más la experiencia.

Queremos en este post ofrecer una serie de orientaciones que ayuden a entender cómo se puede afrontar el decaimiento, la falta de energía, la pérdida de ilusión y la tristeza, entre otros síntomas que se presentan en los episodios depresivos.

Además del trabajo terapéutico en consulta es importante la asignación de tareas para su realización en casa. Esta debe seguir una regla básica: su puesta en práctica debe proporcionar un resultado exitoso, de forma que el paciente experimente sensaciones positivas tras su consecución. Las actividades que asigna el psicoterapeuta, deben estar encaminadas a lograr un estado de funcionamiento que se acerque cada vez más al estado inicial que tenía la persona antes del trastorno depresivo. Debemos incrementar su nivel de activación, frente a la pasividad y tendencia a la inacción que caracteriza a esta patología.

Partiendo de las experiencias previas, buscaremos tareas que la persona ya  haya experimentado con anterioridad  y supongan sensaciones placenteras, es decir, que reconozca como gratificantes (realizar rutas de senderismo, pasear por la playa, practicar algún deporte, cocinar un plato especial…). Si la realización de estas actividades no le producen placer o satisfacción, favorecerá la aparición de pensamientos negativos que le afectarán emocionalmente y bajará las expectativas respecto a  su mejoría.

Así mismo, es importante que las actividades les proporcionen un efecto de dominio, que las personas se sientan que son capaces de realizarlas y completarlas de forma solvente, en definitiva, de finalizarlas con éxito. Si existen dudas sobre la posibilidad de su consecución o que van a presentar dificultades insalvables, es preferible relegarlas y esperar el momento propicio para su realización. Si presenta para la persona un alto nivel de complejidad se puede llevar a cabo por fases con la ayuda del terapeuta.

Los libros de autoayuda y artículos especializados también son de gran ayuda en el tratamiento de las depresiones. Cumplen la finalidad de incrementar el nivel de información y conocimiento sobre lo que les está pasando y los procesos de su enfermedad. Para el psicoterapeuta es un elemento de ayuda, pues refuerzan algunos de los contenidos y orientaciones que se proporcionan durante las sesiones.

La persona que sufre un episodio depresivo debe llegar a entender que la felicidad es un estado transitorio, gradual y cambiante y que se alcanza en muchas ocasiones tras la realización de actividades agradables.

Rafael Alonso Guerra

Psicólogo de Grupo DICTEA