La posibilidad que se barajaba era que la principal empresa accionista de la sociedad que explota el Metro de Sevilla, Globalvía, asumiera la construcción del último tramo de obras que resta y que corresponde con el enlace con la Universidad Pablo de Olavide.

Para la concesionaria esto supondría una ventaja clave y es que incorporaría viajeros al sistema que ya gestiona. La operación, según revela Diario de Sevilla consistiría en costear la obra, que realizaría FFC -una de las empresas matriz de Globalvía- a cuenta de quedarse luego con la explotación de la línea.

Pero según explica este diario  un estudio de la consejería de Fomento ve “imposible” incorporar a Metro de Sevilla las obras del tranvía. El motivo es que dicha sociedad tiene como objeto social la explotación de la línea 1 del Metro de Sevilla y, por tanto, con los actuales estatutos y su contrato actual no sería posible. El documento llega a apuntar que dicha entidad no tiene capacidad financiera para acometer dicho proyecto y que, en cualquier caso, esta operación no podría realizarse dentro de su contrato actual porque superaría el 50% sobre la adjudicación.

Pero el citado documento de Fomento apunta a otro problema para el tranvía de Alcalá: el déficit de explotación. El estudio cifra en siete millones de euros el coste de explotación y señala que el déficit anual del servicio sería de más de 3,5 millones de euros.

Y esto en un escenario optimista. Según Fomento, con una demanda de un millón de viajeros anuales, que es superior al uso del transporte público actual, el déficit se situaría en una cifra "más realista": seis millones de euros anuales. Según el convenio firmado, la Junta de Andalucía asumiría el 75% del coste y el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra, el 25%.

Con estos datos parece que la fórmula de la colaboración público-privada barajada como última posibilidad para acabar el tranvía también es un camino cerrado para una infraestructura que cada vez se sitúa más lejos en el horizonte.