Cultura - 01/10/2017
El pintor alcalareño habló desnudando su intimidad de artista y de persona, pintó en vivo y cantó
Manuel Domínguez Guerra regala su universo creativo en la librería Término
Autor:
Alberto Mallado
Manuel Domínguez Guerra regala su universo creativo en la librería Término
El pintor alcalareño, Manuel Domínguez Guerra ofreció un regalo de lujo en la apertura de un nuevo curso de actividades de la librería Término. Dio acceso a la intimidad de un artista completo, con un complejo universo creativo que, entregado a la creación, ha elaborado una teoría total sobre su labor y la creación artística que ofreció a los asistentes que llenaron la librería y que se marcharon con la sensación de haber recibido el privilegio de acceder de la mano del artista alcalareño a un fastuoso mundo de arte y cultura.

La presentación corrió a cargo del escritor José Antonio Francés, quien trazó un perfil ajustado a la obra y la personalidad del artista, lo que requiere, para ser objetivo, de una importante dosis de elogio. Lo situó en la verdadera dimensión que le corresponde y que quizás por cercanía y por sencillez del pintor pase desapercibida. Una dimensión que, dijo Francés, debe ocupar algunas líneas en la historia del arte de nuestra época.

Domínguez Guerra habló de arte y de él mismo, confesando revelaciones que hasta ahoara no había hecho en público y dejando interesantes reflexiones. Una de ellas, el engarce de todo artista en un relevo interminable de generaciones que hacen posible la individualidad de cada momento y que es un elemento clave para acabar com mucho orgullo y mucha vanidad, explicó. En este sentido Domínguez Guerra reconoció como muchs gente, incluso de generaciones anteriores eran las que habían hecho posible su vocación artística. Personas como su padre, del que dio un detalle maravilloso. Era transportista y con sus primeros ahorros, lo que hizo fue comprarse un diccionario. O como sus bisabuelos que fueron poetas o Manuel Luna Rubio, del que heredó su primera caja de lápices o de su tío político de Cádiz que le hizo su primer lienzo.

El artista alcalareño se mostró consciente de la suerte que supone poderse dedicar por completo al arte y fijó con claridad la concepción de su propio arte: "sin renunciar a lo que quiero decir, hcerlo de una manera que llegue al mayor espectro de público posible"."El camino difícil es encontrar la manera entendible de modelar una idea que está en la cabeza y entregarla de forma digerible", afirmó. Por eso indicó que le interesa llegar a un público que no entiende todos los mecanismos complejos del arte, pero que tiene derecho a disfrutra  del arte. Frente a eso encuentra que se ha impuesto en el arte el modelo de Picasso, "que ha alumbrado una verborrea artística" y ha dado lugar a pensar que todo tiene valor y a que los artistas produzcan miles de obras sin la calidad que se les debe pedir.

También se refirió a los libros y los vinculó con el arte y con él mismo a través de una obra, "Obstinación" de Herman Hesse que fue para él una guía de viday que le enseñó el valor de empeñarse en lo que se quiere y de esforzarse para alcanzarlo.

En cuanto a la cultura, considera que el hombre tiene un hambre espiritual que se sacia con la cultura y que esta es algo similar a la agricultura. Hay que tener un terreno abonado, hacer una siembra adecuada, darle un riego adecuado con lecturas y con elementos interesantes, hacer una poda de lo accesorio y finalmente saborear el fruto, algo que llega con una edad avanzada.

Más allá, y como destilación de una profunda reflexión sobre la vida, sustentada en una notable abundancia de lecturas, Domínguez Guerra dejó lecciones de corte filosófico y que bien pueden constituir una guía de vida o al menos de reflexión sobre la misma: "la vida no es experimentar muchas  cosas, sino vivir con intensidad las cosas que te toque vivir". Y claro, abundando en el pensamiento llegó al tema central del amor, donde se mostró íntimo y cercano con quienes le escuchaban. "Hay que aprender que el amor no es la maravilla que nos presenta Hollywood y muchos fracasos amorosos llegan porque esperan una maravilla que no llega", dijo. Para definir el amor como "elegir a la persona con la que merece la pena vivir".

Y así llegamos a la felicidad, "la gente cree que no existe la felicidad, que es una entelequia que se reduce a ratos de gozo, pero sí existe, la felicidad es un estado permanente de satisfacción con la vida". Algo que es complicado, reconoce porque "la sociedad está llena de pecados modernos, todo aquello que nos aleja del camino que nos hace felices".

Aún quedaban más momentos para el gozo. El artista hizo algo que nunca había hecho, realizó un dibujo en directo. En unos segundos hizo que tomara forma un joven lector sobre el lienzo y todo se completó con música. Domínguez Guerra cantó dos temas con espléndida voz e interpretación y que además cerraban el contenido de su disertación con los temas "La fuerza de la vida" y "A mi manera".

La última sorpresa llegó de la mano de Término, una pequeña y deliciosa exposición de obras del pintor llevadas por particulares que sirvio como homenaje a Dominguez Guerrra y agradecimiento por la entrega de un maravilloso manifiesto artístico.

 

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