Antes de la calle queda el saludo a Jesús que espera en su capilla. A los sones de "Jesús en el Calvario", que interpretó la Banda de Alcalá, que por primera vez acompañó a la Virgen, sumando categoría a la procesión

La imagen de la Virgen del Rosario sale de Santiago y toma hacia el frente, por la calle que toma el nombre del templo y de la feligresía. Y desde este punto hay algo distinto en materia cofradiera a lo que estamos acostumbrados en Alcalá. La procesión busca Las Corachas para encajar el paso de la Virgen en la estrechez de sus calles y regalar estampas distintas. Calles estrechas, reviradas ajustadas, gitanillas colgado de los balcones que se adentran en la vertical de la parihuela... A eso se unen colgaduras, banderas y pétalos desde lo alto de varias casas.

En este reducto de trama urbana que recuerda a una judería o a un barrio morisco, el discurrir de una procesión resulta distinta a lo habitual y desde luego muy hermosa. Con un sabor a pueblo que nos evade durante un rato de la brutalidad urbanística que ha sido el criterio que ha configurado buena parte (¿la mayor parte?) de la Alcalá actual. Es un regalo de esta corporación, cuya juventud no impide que todo esté hecho con gusto y medida. Desde el exorno del paso, a la vestimenta de la Virgen o el andar del paso.

Después de Las Corachas, la procesión también tiene tiempo para las calles del recorrido "oficial" de Alcalá. De las del barrio bajo, claro. Y tras ellas, espera de nuevo otro trazado por la memoria y la intimidad de Alcalá por la calle José Lafita y Sánchez Perrier, por debajo de la torre. Aquí también nos mostrará calles que no son las de todos los días para muchos alcalareños y quizás por eso también hará ver la vergüenza del abandono de la calle José Lafita. La postal en Alcalá, sólo es completa en los cuadros o en blanco y negro. Es la grandeza de las cofradías, de las procesiones. Son las prueba de fuego de una ciudad, de un pueblo. Una calle, "en condiciones" es aquella en la que un paso no desentona.

Sea cómo sea, a esta joven corporación hay que agradecerle las estampas. Unas que nos reconcilian con la Alcalá de siempre, otras que nos disgustan con ella. Y el gusto de en todas ellas colocar la hermosa imagen de la Virgen del Rosario.