La función comenzó en Santiago a las siete, con lo que los integrantes de la comitiva ya salieron acalorados. Los costaleros buscaban en la misma puerta un poco de aire con los faldones levantados. Pero la compostura se mantuvo en todo momento. Las representaciones son abundantes y ajustadas a las normas indumentarias de este tipo de actos. La comitiva gana cada año en prestancia e incorpora elementos, como las cruces parroquiales incorporadas definitivamente a la procesión.

En el recorrido los altares también mantienen o incremental su nivel estético. Grandes montajes unos que se elevan y ocupan fachadas enteras, como el de la Borriquita que se inspiraba en las apariciones de Fátima y mostraba la estampa  de la aparición de la Virgen a los pastorcillos. O el de la Hermandad del Rosario, en la fachada de la residencia La Milagrosa. Otros son más pequeños, domésticos e instalados en el interior de los zaguanes abiertos, hechos con gusto exquisito, sirva como ejemplo el del Dulce Nombre. Las hermandades de la ciudad, se han involucrado de pleno en la instalación de altares y han logrado que sean una pieza clave de la celebración y un motivo de orgullo para Alcalá.

En la comitiva, cuatro pasos, un número importante si se compara con los corpus de las localidades de la provincia. La inmensa mayoría tienen menos. Y pasos que han ido creciendo y mejorando en los últimos años, hasta alcanzar prestancia y dignidad. En particular el del Santísimo, conformado con acierto por elementos del paso de la Virgen del Socorro de la Hermandad de Jesús y por la custodia que cede los jesuitas de Córdoba.

En conjunto el Corpus que hoy procesiona en Alcalá es posiblemente el de mayor esplendor de la historia de esta celebración en la localidad. O al menos el mejor que se recuerda. Excepción hecha de un único elemento, la espléndida custodia de plata que durante años cedió un convento de Arahal para este día. Hay que recordar que no hace tanto, la procesión del Corpus estaba configurada solo por el Santísimo portado por un sacerdote bajo palio y sin apenas altares o elementos de decoración.

Tan sólo falta que la celebración sea capaz de involucrar a un público mayor. La fecha de este año no ayuda, por el calor y por estar en temporada ya de playa. Pero tampoco que otros años coincida con la Feria. Iniciativas como la “Caracolá” del día previo organizada por la Hermandad del Perdón apuntan en esa línea. Y el paso al horario de tarde quizás deba replantearse porque parece que ha logrado el objetivo de llenar las aceras de público.

La apuesta por difundir el Corpus debe ser una de las grandes tareas que acometan las hermandades y el Consejo de Cofradías, porque el esfuerzo desarrollado por los cofrades así lo merecen y porque la fiesta tiene el potencial de convertirse en un referente de la vida social, y por supuesto religiosa, de Alcalá.