La salida fue una fiesta por sevillanas, salpicado el recorrido de saludos, despedidas y deseos de buen camino. No faltaron en las Clarisas, inundando guitarra, cante y baile la clausura. Llevando aires de Rocío, de esplendor de mayo al otro lado de la reja donde esperaban las Hijas de Santa Clara, que se contagiaron del baile por sevillanas con el que en esta luminosa mañana se alaba a Dios y a su Madre.

Más sevillanas en el Ayuntamiento, donde los romeros fueron recibidos por la corporación municipal y coplas por el camino. Pasadas las doce se rezó el Ángelus en la otra orilla del Guadaíra, junto a la Retama, la carreta se volvió al Santuario de la Virgen del Águila y ya con todas las bendiciones tomó la senda que la llevará hasta las Marismas y que en sus primeros pasos esta alfombrada de albero.