Antonio García quiso en primer lugar hacer conscientes a los alumnos de su realidad y de la suerte que tiene por estar en el colegio, por la edad que tienen antesala de tantas cosas en la vida y por el momento que les ha tocado vivir. Fue el punto de partida para "construir", el arquitecto ejerció aquí también su vocación, una lección brillante, ajustada a los interlocutores y que busco hacer una aportación, la misma vocación que alumbra a este antiguo alumno en proyectos como la creación de un espacio de "coworking", innovador en Alcalá o en la redacción de sus artículos para Guadaíra Información, cargados de ideas y aportaciones.

De su experiencia vital iniciada en los Salesianos tomó Antonio García la base para una enseñanza inacabada. "Yo he aprendido a leer tres veces". La primera cuando Sor Catalina le enseñó a juntar sílabas y palabras, cuando logró descifrar un código que aún no tenía mucho sentido. La segunda ayudado en el colegio Salesiano, de la mano de Mari Carmen Miranda, cuando "pasé de aprender a leer a aprender leyendo". Y la tercera cuando la literatura se adueñó de su vida y comenzó a elegir los libros que le gustaban. "Tengo 40 años y sigo aprendiendo a leer", afirmó.

En el colegio aprendió hasta el último día, cuando recibió una de las lecciones más importantes. Ese día, cuenta Antonio García, escuchó la palabra oficio como recomendación de un profesor a los padres de un alumno. La palabra le introdujo en el mundo de los adultos, de los que empiezan a trabajar. Una palabra que está en el adn de los Salesianos, ya que San Juan Bosco arrancó su obra precisamente dándoles a los jóvenes la enseñanza de un oficio para poder labrarse un futuro.

El orador pidió a los alumnos que en adelante aprendieran y practicaran un oficio en particular y que este les acompañara toda su vida "el oficio de pensar". Aquí la lección se hizo práctica. El oficio de pensar se aprende: dibujando la cosas que gusten, pintando, fotografiando, buscando las cosas que te agraden y descubriendo por qué son esas, escribiendo, aprendiendo un idioma, programando y leyendo libros,  muchos libros, buenos libros con la ayuda de alguien sabio que  indique cuales incorporar al acervo de lecturas.

Todo ello, les servirá a los alumnos, explica Antonio García, para abrirse paso en el mundo del futuro, un mundo distinto, en el que trabajarán en un entorno laboral flexible, en equipo, en ocasiones colaborando con personas muy alejadas, un mundo en el que la mayoría serán autónomos y pondrán su conocimiento al servicio  de la sociedad, un mundo en el que todos seremos artesanos digitales y en el que todo el conocimiento del mundo está a disposición con una sola tecla.

Para finalizar, el orador dejó un regalo, una herramienta: un lápiz. Regaló uno a cada alumno. Una herramienta que conecta directamente a través del brazo, el pensamiento con la mano y que permite empezar a crear. "Porque con un lápiz y un papel arranca todo".