La larga trayectoria y la garantía en la orgnización y el cuidado de las aves que ponen los socios que organizan este concurso le han valido consolidarse como una cita de referencia para los aficionados de toda España. En algunas variedades como la raza inglesa de los Gloster, el  número de ejemplares llega a igualarse al del campeonato nacional.

Para los "pajareros" es pues cita obligada. Para los profanos la oportunidad de adentrarse en un mundo singular en el que se aún el gusto por la naturaleza y las aves, la satisfacción de ver a los ejemplares criar en casa y la pasión de la competición por determinar cuál es el pájar que más se ajusta al estándar de la raza definido a nivel mundial.

De ello se encargan jueces especializados y que tienen una titulación expedida por la federación nacional para cuyo logro es necesario pasar un periodo de formación y un complicado examen que versa no sólo acerca del estándar y su aplicación, sino que también incide en cuestiones de morfología o genética. El proceso de enjuiciamiento que se realiza con la presencia únicamente de los miembros de la organización es el que figura en las fotografías que acompañan el artículo. 

Ya con sus puntuaciones y con los premios decididos, el concurso se abre al público este miércoles por la tarde y podrá visitarse mañana y tarde hasta el sábado. Allí están expuestos los canarios de razas de postura que conjugan distintas formas con rizos en el plumaje o con moñas en la cabeza. Variedades que responden a los gustos de distintos países que en su origen dieron forma a su creación, pero que ya están extendidas por todo el mundo.

En el apartado de canarios de color puede verse una asombrosa variedad de tonalidades y de combinaciones de pigmentos. Práctimante ninguna gama cromática queda fuera del repertorio de colores que lucen estos canarios de exposición. Desde el rojo al blanco o al rosa. Desde aves casi negras a otras de delicadas tonalidades que recuerdan a las piedras preciosas que les dan nombre: ágata, topacio, ónix, cobalto...

Y junto a ellos aves exóticas, de Australia, Sudamérica, Asia o África; también especies autóctonas, como el jilguero, el verderón o el pardillo. Todos ellos criados en cautividad desde hace generaciones. Y como remate la fantasía de los híbridos entre diversas especies, aves únicas e irrepetibles.