Los huesos ya ha sido retirados por los propios operarios junto con la tierra removida. No se ha realizado ninguna revisión arqueológica, ni se ha paralizado la obra para realizar ningún examen de los mismos. Y ello a pesar de que la normativa patrimonial determina que en el caso de aparecer restos arqueológicos la obra se debe paralizar inmediatamente, se debe informar a la administración de su aparición y un arqueólogo debe realizar un análisis de los restos. Más aún al tratarse de restos humanos, ya que se hace necesario determinar la antigüedad de los mismos para saber si puede existir algún tipo de circunstancia delictiva.

Pero toda la intervención de la calle Herrero y de la Plaza del Derribo se ha hecho sin ningún tipo de cautela arqueológica, a pesar de tener  lugar en un lugar muy sensible desde el punto de vista patrimonial.

Afortunadamente, un vecino de la zona Miguel Ángel Castillo es arqueólogo y por cuenta propia ha realizado un seguimiento de las obras. Él es quien ha constatado la existencia de los huesos y ha podido tomar algunos datos sobre los mismos.  Gracias a él podemos saber que se trata inequívocamente de restos humanos, que tienen varios siglos de antigüedad y que se trata de una zona en la que se han producido abundantes enterramientos. Los restos son muchos y repartidos por todo el frente de la iglesia. Los primeros huesos aparecen en estratos muy superiores, centímetros debajo del pavimento y siguen apareciendo hasta el límite inferior al que ha llegado la zanja realizada para colocar las tuberías de saneamiento.

Esto es lo que se aprecia solo en el pequeño corte realizado, por lo que cabe pensar que debe haber muchos más restos sobre todo en el ancho tramo de acera que queda hasta la iglesia. Para la historia de Alcalá su aparición tiene una gran relevancia. No se tiene constancia documental de la existencia de un cementerio en este punto. Las referencias conocidas de la zona son que siempre ha existido una calle, por lo que una investigación sobre estos restos podría ampliar el horizonte temporal de la evolución de la zona en la que se produjo la primera expansión de Alcalá, tras dejar sus habitantes el cerro del Castillo. Además, podría aportar datos sobre la población de la localidad en una época, siglos XV-XVI, de la que se existen muy pocas referencias.

El seguimiento de las obras realizado por Miguel Ángel Castillo ha aportado aún más datos. En la calle Herrero, ha localizado abundantes restos cerámicos pertenecientes a útiles de cocina y a piezas decoradas, todas ellas de Edad Moderna. Y lo que resulta más curioso, una gran cantidad de piezas de hierro, entre ellos muchos clavos, cuya factura atestigua una gran antigüedad. Si tenemos en cuenta el nombre de la calle, cuyo origen es desconocido, podemos estar ante una clave para explicarlo y para conocer algo más sobre la configuración urbana de Alcalá en época remota.