Sobre las seis de la tarde era visible una gran columna de humo en el edificio que provocó la alarma de los vecinos que avisaron a los bomberos. Para poder intervenir tuvieron que realizar una complicada operación ya que la puerta principal del edificio está vallada para evitar expolios y las ventanas cuenta con rejas. De esta forma, los bomberos tuvieron que ascender por una escala hasta la segunda planta y desde aquí llegar a la parte trasera donde está el jardín y donde en esta ocasión se había declarado el fuego, al parecer de forma intencionada.

La Casa Ibarra sufre continuos ataques desde que fue adquirida por el Ayuntamiento en 2006. Lo último ha sido el destrozo del jardín situado frente a la casa. Desde hace unos días han ido arrancando el cerramiento metálico, primero la cancela y luego las verjas. Una de ellas apareció tirada en el suelo ayer por la mañana junto con la vegetación que la rodeaba.

Pero el expolio es constante en su interior donde se han llevado sus ricos elementos decorativos, desde estucos, hasta azulejos y por último incluso los suelos. Los vecinos de la calle cuentan que todos los días se escuchan ruidos en su interior de personas que entran para consumir drogas y alcohol por la noche. El Ayuntamiento la adquirió con la finalidad de situar en ella alguna infraestructura de tipo cultural pero por ahora no ha definido su uso.

El edificio siniestrado fue construido por una familia sevillana como residencia de verano, siguiendo una costumbre muy extendida entonces entre la burguesía de la capital de pasar temporadas en la localidad alcalareña para alejarse del calor. Levantó para ello en la falda del Castillo un palacete de estilo francés que pasó a convertirse en una de los referentes urbanos y arquitectónicos de la localidad. Después de que la familia que la construyó la abandonará fue adquirida por un alcalareño que la restauró y convirtió en residencia familiar e hizo de ella un museo en el que dispuso una amplia colección de antigüedades y objetos artísticos. El Ayuntamiento la adquirió en 2006 por 720.000 euros y ahí comenzó su ruina.