Hasta hace poco hemos gozado en nuestra sociedad de una situación de bienestar y consumo que ha inducido a pensar a los niños que las cosas podían conseguirse sin apenas esfuerzo. La crisis económica en la que estamos inmersos nos obliga a cambiar los planteamientos y hacer lo posible por transmitirles a nuestros hijos valores más cercanos al trabajo constante y el esfuerzo continuado.
La ausencia de necesidades y la sobreabundancia, elimina la ilusión y la motivación. El conformismo, la falta de entusiasmo y el no valorar las cosas suficientemente pueden desembocar más tarde, en la adolescencia, en conductas de riesgo como el consumo de sustancias para la obtención inmediata y fácil del placer. Por tanto, los padres debemos inculcar a nuestros hijos los principios de la voluntad, la constancia, el valor del trabajo, la disciplina y la motivación por las tareas bien hechas. Para su desarrollo personal es importante que aprendan a enfrentarse a las dificultades, luchar por la consecución de sus metas y el afán por la superación. Debemos evitar la formación de una persona, débil, caprichosa e inconstante.
Estos son algunos criterios que conviene fomentar en los niños para educarles en el valor del esfuerzo:
? El ejemplo por parte de las personas adultas, especialmente el de los padres y las madres.
? Los chicos necesitan motivos valiosos por los que valga la pena esforzarse y contrariar los gustos cuando sea necesario. Presentar el esfuerzo como algo positivo y necesario para conseguir la meta propuesta: lo natural es esforzarse, la vida es lucha.
? Cierta exigencia por parte de las personas adultas. Con los años, se transformará en autoexigencia.
? Plantear metas a corto plazo, concretas, diarias, que las personas adultas puedan controlar fácilmente: estudiar a hora fija, dejar la ropa doblada por la noche, acabar lo que se comienza, etc.
? Las tareas que se propongan a los niños han de suponer cierto esfuerzo, adaptado a las posibilidades de cada uno. Que los chicos se ganen lo que quieren conseguir.
? Las tareas tendrán una dificultad graduada y progresiva, según vayan madurando. Conseguir metas difíciles por sí mismos, gracias al propio esfuerzo, les hace sentirse útiles, contentos y seguros.
? Muchas veces el fracaso será más eficaz que el éxito, en la búsqueda de una voluntad fuerte.
Decálogo de estrategias para ayudar a desarrollar el esfuerzo en los niños:
1. Evitar adjudicarse el papel de “esclavos” de los hijos. Desde pequeños han de ir asumiendo sus responsabilidades por básicas que sean.
2. Ayudarles a ser autosuficientes.
3. Enseñarles a calibrar adecuadamente el coste de las demandas que conlleva la sociedad de consumo y a ser críticos con las necesidades que genera.
4. Aprovechar cualquier momento para destacar explícitamente el esfuerzo que hay detrás de los logros.
5. Inculcarles que no todo es de usar y tirar.
6. Acostumbrarles a que adquieran compromisos y exigirles su cumplimiento, enseñándoles previamente a establecerse metas realistas.
7. Enseñarles con nuestro propio comportamiento, a superar con humor las situaciones frustrantes.
8. Entrenarles para poder tomar sus propias decisiones, desde ir al cine o al parque hasta decidir sus estudios. Enseñarles a asumir las consecuencias de esas decisiones.
9. Promover su generosidad procurando que compartan, regalen y participen en actos solidarios.
10. Ayudarles a controlar sus impulsos para que sean capaces de demorar las gratificaciones y tolerar la frustración. Para ello es importante: no ceder en seguida a sus caprichos.
Rafael Alonso Guerra
Psicólogo y Orientador escolar
Profesional de Grupo DICTEA S.L.
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