En 51 obras, queda recogida y resumida (de forma breve, por la amplitud del objeto de resumen) la vida artística de José Luis Mauri, pintor esencial en el panorama artístico de Sevilla de las últimas décadas. Y también de la actualidad, porque a sus 83 años, sus pinceles siguen en plena actividad.Un recorrido entre 1947 y 2011, por una vida transida siempre de la pasión por la pintura, cuando no manchando lienzos, dando clases en la Facultad a la que le llevó su amigo Pérez Aguilera. Y el resto del tiempo, pensando en cuadros. En pintura en el sentido amplio, más allá de modas o corrientes: "nunca he querido ser moderno o contemporáneo, lo que he querido siempre es pintar", afirma Mauri. Él fue figurativo, caundo tantos artistas miraban a la abstracción como el camino a seguir. Mauri dedicó su tesis doctoral a Murillo, pintor ahora de moda, pero entonces denostado en muchos círculos artísticos.

"Para mi esto de la fama no es necesario, lo importante son los cuadros", es otra de sus frases. En cualquier caso, su "fama" llegó antes que él al Museo en el acto de inauguración y con ella el reconocimiento de sus compañeros de oficio. La inauguración de la exposición y la presentación del libro sobre su figura fue un acto multitudinario. Faltaron sillas en un evento cultural, que ya es difícil. Pero además del número, hay que destacar  los nombres. Allí estaban armen Laffón, Paco Cuadrado, Juan Fernández Lacomba, Sanchez Baíllo, Manolo Castaño, Teresa Duclós, Curro González, María Victoria Hernández Díaz, Santiago del Campo o Alberto Marina. Nombres que reconocen a Mauri como pintor, como maestro de pintores y como persona de gran humanidad.

Sobre los muros de la planta alta del Museo, sus cuadros hablaban por él. Bodegones de elegantes composiciones, paisajes con una amplia gama de matices y retratos de delicadeza intimista. Todo rebosando una exquisita sensibilidad.

En las páginas del libro, segundo volumen de la serie de conversaciones con pintores que edita el Ayuntamiento de Alcalá, más lecciones. Según su autor, el profesor y crítico de arte, Francisco López González Camaño, una obra en la que se aprende a "mirar con más respeto al panorama artístico de Sevilla, una ciudad en la que en los años 50, 60 y 70 ocurrieron muchas cosas interesantes y que es mucho más que el depósito de reliquias que muchos han querido ver en la ciudad".