Cultura - 08/03/2017
La muestra "Libros pintados" se inaugura el viernes 10 de marzo a las 20 horase en la librería Término, en la calle Pescadería
Obras de Rafael Cerdá para inaugurar "Espacio Término", un nuevo ámbito para la cultura
Autor:
Redacción
Obras de Rafael Cerdá para inaugurar
Este viernes 10 de marzo a las 20 horas se inaugura "Espacio Término", la sala de exposiciones de la librería Término que está llamada a incrementar el papel de dinamización cultural del establecimiento. Lo hará con una exposición de Rafael Cerdá que para esta ocasión ha dispuesto una serie de "Libros pintados", un homenaje al libro como objeto, que estarán acompañados de pinturas y grabados inspirados en diferentes poetas.

Rafael Cerdá (Montoro, Córdoba, 1955) es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, obteniendo el “Premio extraordinario fin de carrera al número uno de su promoción”. Compagina la actividad pictórica con la docencia, que ejerce en el instituto Albero de Alcalá. Es catedrático de Dibujo de Bachillerato.

Pintor, escultor y grabador, ha realizado exposiciones individuales y colectivas en salas, museos y galerías de toda España y en el extranjero, entre sus últimas exposiciones destacamos las realizadas en la Galería Cristóbal Bejarano de Linares, Museo Santos Rocha y CAE de Figueira da Foz (Portugal), en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, en el Museo de Alcalá de Guadaíra, itinerante con el Grupo Pegamento organizada por la Fundación Unicaja en Cádiz, Málaga, Almería y Antequera, “60 años de arte contemporáneo” en Córdoba, Galería Carmen del Campo en  Córdoba y en el Museo de Chaiyi de Taiwán.

Ha participado en ferias de Arte Contemporáneo como Estampa,  Arte Sevilla, Art Expo de Barcelona 2000, Art-Jaén y Arco 07 y 08, Stand Junta de Andalucía, programa Iniciarte, Galería Margarita Albarrá o en S.A.CO Feria de Arte de Sevilla, entre otras.

 Ha obtenido diversos premios en certámenes nacionales e internacionales de pintura, escultura y grabado. Se encuentra  su obra representada en colecciones públicas y privadas.

En esta exposición, con la que se inaugura la actividad expositiva del Espacio Término, nos presenta un conjunto de pinturas y grabados bajo el título de “Libros pintados”,  en la que podemos ver pinturas en las que el soporte de las mismas son libros, otras están inspiradas en obras de diferentes poetas, todas ellas resueltas con técnicas mixtas. Un conjunto de obras con las que se rinde homenaje al libro.

En la calle Pescadería

 

Adjuntamos texto de Manuel Jesús Roldán, historiador del Arte  y profesor de Enseñanza Secundaria, sobre la exposición.

 

 

MIRAR LA PALABRA

 

“El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada”

(G. A. Bécquer)

 

Delante de un libro somos Narciso: buscamos nuestra propia belleza reflejada. Delante de un libro, también: leemos lo que queremos leer. “No hay dos personas que lean el mismo libro” sentenciaba Edmund Wilson. “No te puedes bañar dos veces en el mismo río” sentenciaba el filósofo Heráclito. No hay dos personas que miren el mismo cuadro, sentimos delante de la obra expuesta.  Si lo esencial es invisible a los ojos, para ver claro basta con cambiar la dirección de la mirada. Mirar y ser mirados. Ojos para el libro que se convierte en cuadro. Ojos para el cuadro que es un libro. Ojos en el libro que no es un cuadro. Ojos en el cuadro que nos habla de libros. Ojos que nos miran y que son mirados…

La propuesta de Rafael Cerdá (1955, Montoro, Córdoba), libros y pinturas, es un homenaje al libro y un homenaje a la mirada. Ver para creer, ver para soñar, ver para sentir, ver para ser vistos. Libros que se convierten en objetos, en pintura y en escultura, en bloques compactos donde se sintetizan colores, mensajes, trazos, geometrías… Técnica mixta, collage, aguafuerte, aguatintas para crear libros iconos de sí mismos. Libros objeto de deseo, metáforas de lo vivido y de lo leído, de lo presente y de lo imaginado, de lo real y de lo irreal, del mundo donde habitamos y del mundo donde habita el olvido, de teorías y de realidades, abanderados del color y de la materia, del trazo y de la impresión, de la tesis y de la antítesis…

Libros donde mirarnos, tocados por la mano de un artista polifacético: catedrático en el mundo de la enseñanza, escultor de lo monumental y del detalle, pintor total, grabador creador y docente,  galerista, dibujante… Un creador que nos propone un juego de miradas: ¿Son esculturas? ¿Pinturas? ¿Libros enriquecidos o transformados? ¿Decorativos o de lectura? ¿Decorados o para decorar? ¿Los leemos o los miramos? ¿Los contemplamos o nos contemplan? Los libros de Rafael Cerdá son metáforas  que, como las buenas obras, solo plantean interrogantes. Decía el proverbio hindú que un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.

¿Qué es un libro enmascarado por la pintura? ¿Acaso no aparecen en estos libros ojos que nos ven, miradas que nos miran? Con ojos de collage, con trazo acrílico de colores, con couché superficial que se convierte en trascendencia, con barniz que imprime poso de siglos a la mirada instantánea, con color que da luz a retratos de siglos pasados, con el misterio del círculo omnipresente en  muchas de sus obras. Ojo que todo lo ve. Jeroglífico de un tiempo antiguo que colocaba el círculo como un símbolo de perfección. Ojo de Dios que vigilaba en los siglos del medievo y del Barroco, ojo que centraba la mesa de los Pecados capitales del Bosco: “Mira que te mira Dios, mira que te está mirando…”. Aparece oculto y perceptible entre páginas de libros que nos contemplan. Nos creemos Narciso ante estas hojas cargadas de palabras y quizás no seamos más que un Jano Bifronte de dos caras que quiere mirar al futuro en unas páginas, mientras seguimos cargando con otro rostro a nuestras espaldas que nos recuerda el pasado.

Libros que son poesía, círculos concéntricos de comedias divinas y de recuerdos y de homenajes que aparecen en las otras propuestas de Rafael Cerdá. “…Se abre el círculo y lo habitamos: transiciones, espacio intermedio…” El poema de Pere Gimferrer sirve para introducir un homenaje a algunos de los grandes escritores de todos los tiempos, de la Generación del 27 a la poesía culterana de Luis de Góngora que homenajearon los del 27: ida y vuelta, Jano bifronte de dos caras, Narciso que busca y se reencuentra. Poetas como Miguel Hernández, “El último y el primero: rincón para el sol más grande, sepultura de esta vida donde tus ojos no caben”;  Machado, “Ya va subiendo la luna sobre el naranjal. Luce Venus como una pajarita de cristal”;  o el citado Gimferrer se sumergen en el trazo de Cerdá y se convierten en iconos de su obra, en carteles que susurran en la pared la belleza de sus palabras, en síntesis de toda una obra, en ojos que ahora nos ven, que leemos y que nos leen la mirada.

“Este ojo ¿ve a mi ojo? Es un espejo de flamas el ojo que ahora me ve. Con sonido de poleas, los ejes de la noche. Desarbolada, naufraga la oscuridad y, a tientas, el sol conoce a la noche”.

Rafael Cerdá, en su larga trayectoria artística, ha transitado por la figuración, la síntesis, la deconstrucción, la geometrización y la abstracción. Pero hay en su cara oculta, la del Jano bifronte o la que aquella luna con ojo que todo lo miraba de George Méliès, un Barroco de tiempos pasados.

In Ictu Oculi. Un golpe de vista. Como Valdés Leal, nos explica la vida en un instante. Un segundo. Un parpadeo. Un color. Un trazo. Como la vida misma. Por eso, la mejor metáfora de la vida se concentra en la mirada, en sus obras y en la forma en que nos miran desde el muro: lo que ocurre se condensa en ellas; en ellas está la fugacidad del presente pero también la memoria del pasado y la ventana hacia el futuro. Por una mirada un mundo, nos dijo el poeta. Miradas de personas que recuerdan lo que fueron, ojos que funcionan como un viejo caleidoscopio donde la literatura se expone para ser leída y para ser contemplada, para hacer la mejor exposición del libro donde mejor nos leamos, para homenajear a la literatura y a la pintura, para hacer poesía superando los rígidos corsés de la métrica, del contorno y hasta del mismo dibujo. Obras que no admiten marco pero que están enmarcadas de la mejor manera. Palabras de pintor envueltas en palabras de libros: el mejor y más trascendente de los diálogos en tiempos de superficialidad.  Así es la muestra de Rafael Cerdá. Pintura y libros. Libros y pintura. La máxima, que ahora podemos comprender, de un experimentado Joan Miró: Superar lo plástico para llegar a lo poético.

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