Anoche volvía a vivir uno de esos momentos que te marcan. Un Vía crucis de las Hermandades distinto, aunque no desconocido, donde la sobriedad, la solemnidad, el clima de oración y reflexión fueron los acompañantes perfectos del Señor del Soberano Poder que presidía imponente desde sus andas de plata, que serán futuro trono de la Caridad.

En su responsabilidad los hermanos del Soberano no quisieron dejar ningún detalle al azar. Es un año muy especial para la Hermandad, que conmemora la primera  década del Señor en Pablo VI, que apenas hace unos días recogió las palabras del primer pregonero de Alcalá salido del seno de la Hermandad y que ayer tenía su tercer capítulo con el Vía Crucis. No pudo ser por las calles pero sí, y de que manera, en el templo de San Mateo.

Como si no fuera suficiente, con la audacia que los caracteriza, la Hermandad ha puesto en marcha el Vía Crucis solidario, con acciones y financiación para 14 entidades religiosas y civiles que practican la Caridad, esto es el amor por el prójimo. Por eso, permitidme hermanos, esta pequeña corrección fraterna. Vamos a dejar a un lado la solidaridad y practiquemos más la Caridad, que son parecidas pero no lo mismo. La Caridad es una de las virtudes teologales. Caridad es Amor, y el amor practicado desde el seno de la Iglesia a los hermanos necesitados, no solo de bienes materiales sino de un oído y unas manos sinceras, que los escuchen y levanten y Caridad es nuestra Madre, vigía de su barrio y madre hermosa que atenta nos escucha.

Dentro de una semana los nervios estarán metidos en el estómago, y todo estará preparado para vivir un nuevo Miércoles Santo, y la Caridad irá presente aunque la Virgen se quede esperando en su capilla de San Mateo. Ya queda menos porque:

Ya lo sabe Alcalá

es Reina de Pablo VI,

la Madre del Soberano,

Virgen de la Caridad.