Reportajes - 02/02/2015
El fenómeno meteorológico que no ha vuelto a repetirse dejó una espesa capa de nieve en la ciudad y una hermosa colección de estampas
Alcalá amaneció nevada hace 61 años
Autor:
Alberto Mallado
Alcalá amaneció nevada hace 61 años
La nevada en la Plazuela, el Parque, el Algarrobo, los Salesianos, el Duque, la Casa Paulita, el Castillo, la ribera del Guadaíra y el Águila
Hace ahora 61 años, Alcalá amaneció con una estampa inédita. Nadie la recordaba entonces. No ha vuelto a repetirse hasta ahora. La ciudad nevada, cubierta con una espesa capa blanca que causó asombro en una población donde la mayoría de las personas no conocían el fenómeno climático que se les regalaba a la vista.

La nieve comenzó a caer el día 2 de febrero por la noche, sobre las diez y a la mañana siguiente toda Alcalá estaba cubierta de nieve. Para todo el pueblo el día fue una fiesta y sobre todo para los más pequeños. No hubo colegio, el recreo se cambió por la calle y los juegos habituales por bolazos de nieve. Eran otros tiempos y la nieve era una vaga referencia en el ideario colectivo que muy pocos habían visto, ni siquiera en televisión o por fotografías.

La ilusión de ver a Alcalá convertida en un paisaje nevado duró poco, por la tarde el calor del sol acabó derritiendo la nieve, que muchos fueron a buscar hasta parajes más umbríos como el parque. La nevada dejó un curioso recuerdo, una colección de fotos muy interesante y algunas anécdotas. Una de ellas la protagonizó uno de los miembros de la familia Ibarra que vivían en la Cuesta del Águila. Al ver esta calle nevada se puso unos esquís y se lanzó cuesta abajo, una estampa que en aquellos años resultaba algo sumamente inusual. Eran desde luego otros tiempos como demuestra que alguna niña de entonces contaba que tenía un agujero en los zapatos y tuvo que ponerse un cartón para evitar que se le mojara el pie y que el frío la dejara aterida.

La nevada fue el resultado de una carambola climatológica. Los días anteriores un anticiclón al sur de Escandinavia hizo que el aire frío de Siberia entrara por los Pirineos y permaneciera en la Península varios días. En Sevilla el termómetro marcó mínimas de 2,2 grados bajo cero a finales de enero. El mercurio marco en Tablada -2,8 grados el 2 de enero y -4,2 en el aeródromo sevillano de San Pablo. A esto se unió que una borrasca situada en Galicia se desplazara con rapidez hacia el Golfo de Cádiz, provocando lluvias en el Valle del Guadalquivir. Ya teníamos el frío y la lluvia. Su consecuencia, la nieve, 15 centímetros de espesor se midieron en Sevilla, y con ella un conjunto de estampas que no han vuelto a repetirse.

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