Reportajes - 11/02/2017
Un alcalareño se ha lanzado a producir esta bebida de forma artesanal con gran éxito
Vuelve la hora del vermut a Alcalá
Autor:
Alberto Mallado
Vuelve la hora del vermut a Alcalá
El vermut Florum suma la vocación emprendedora de un alcalareño con el conocimiento enológico de su suegro
El vermut fue una de las bebidas más consumidas hace décadas, hasta tal punto de dar nombre a un hora del día, la hora del vermú, entre las doce y la una de la tarde. Otros licores desplazaron su consumo, pero ahora ha vuelto a ponerse de moda y un alcalareño produce el primer vermú artesanal de la ciudad al que ha bautizado como Florum. Lo ha presentado en la librería Término donde además puede adquirirse.

Miguel Ángel Alonso es el emprendedor que se ha lanzado a la aventura de producir una bebida cargada de connotaciones históricas y sociales que además permite a cada productor dar una personalidad única a su vermut. Comenzó a comercializarlo el pasado mes de mayo y su ritmo de crecimiento es espectacular. Está ya en establecimientos y "vermuterías" de toda España. También en lugares donde su consumo es muy abundante como Cataluña o Madrid.

El inicio de su proyecto parte de una serie de felices coincidencias, Miguel Ángel es psicólogo. Es alcalareño pero está muy vinculado con El Puerto de Santa María. Allí conoció a su pareja, precisamente porque ella lo invitó a vermut. Ella es de un pueblo de la Mancha y su padre es un reconocido enólogo que ha trabajado toda su vida en bodegas y ha sido profesor de la Escuela de la Vid en Madrid, donde se forman enólogos a nivel nacional. Su mujer también es enóloga y su familia producían un exquisito vermut para consumo propio y para ofrecerlo a sus amigos. Así que pensaron ir más allá y producirlo a mayor escala. Se pusieron manos a la obra, adquirieron una nave en Alcalá y la infraestructura necesaria, básicamente, un tanque para la mezcla, otro de maceración y la máquina para embotellar.

El vermut es vino al que se añaden diversos componentes, vino especiado. Algo muy antiguo. Miguel Ángel contó en Término que hay testimonios que indican que hace 6.000 años ya se añadían hierbas aromáticas al vino y que el resultado se usaba con fines medicinales. También se consumía en la Grecia clásica, donde era muy estimado. El que podemos llamar vermut moderno tiene su origen en Italia, concretamente en Turín a finales del siglo XVIII, cuando alguien comienza a mezclar un vino moscato de la zona con hierbas aromáticas de los Alpes. Le pone el nombre de vermut por ser esa la raíz de la palabra alemana para designar el asenjo, uno de los componentes esenciales. De Italia se extiende por Europa y llega a España a mediados del siglo XIX. Primero a Reus y luego se extiende por la Península con centros de producción importante en Barcelona, Madrid y Jerez.

El vermut de Florum está hecho con vino blanco que traen de la Mancha  y al que añaden azúcar, alcohol vínico para subirlo de graduación hasta los 14 ó 15 grados, hierbas aromáticas y especias. La combinación de estas últimas es la secreto de cada vermut. El que se produce en Alcalá tiene 25 notas botánicas como elementos y en él son perceptibles sabores y aromas a asenjo, salvia, regaliz, canela o cítricos.

Para comercializarlo Miguel Ángel cuenta con internet como gran alidada. Lo da a conocer en redes sociales y en foros y la ha ofrecido a diversos establecimientos de España. Está sorprendido por la respuesta. Ha plantado su vermut sevillano en sitios de referencia como en Reus, que es la principal productora a nivel nacional de vermut. En su Museo del Vermut, donde se vende esta bebida ya están sus botellas. También está en tiendas de Tarragona, en una vermutería de Sabadell y una distribuidora de La Rioja vende sus botellas.

Luego, cuenta Miguel Ángel cada uno puede beberlo como quiera. Sólo o con algunos añadidos. Lo más clásico, una rodaja de naranja o limón, un chorrito (pequeño) de ginebra, unas gotas de angostura, un poco de sifón o algo de casera. Como adorno la clásica aceituna pinchada en un palillo. El vaso ancho y bajo. Y muy importante, un cubito de hielo grande y bien congelado, para que no agüe el contenido. Un conjunto de opciones que impregnan a esta bebida de un elemento que se ha demostrado como clave del éxito en el caso de la ginebra, la personalización de la bebida previa exhibición de conocimientos de coctelería.

 

 

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