Los niños se han reubicado en otros espacios del colegio. Para ello el centro ha perdido todas las dependencias comunes salvo el comedor. Se quedan sin sala de profesores, sin aula de informática, sin salón de actos y sin aula matinal. El esfuerzo de toda una comunidad educativa por ofrecer una enseñanza de calidad y reforzar las clases con otras actividades, tirado por tierra. Quedan en el aire programas exitosos como el del coro o el de arte y acción, las clases de teatro, la iniciativa para enseñar cómo funcionan los medios de comunicación y las asignaturas de informática y música.
Por eso los padres y la dirección del centro tienen claro que la reubicación de los niños debe ser una medida provisional, que debe durar lo menos posible. Su intención es seguir reivindicando la construcción de un nuevo aulario. Porque además a día de hoy aún no les han dado fecha para acometer el proyecto. Ellos estiman que para acelerar los pasos y crear el menor número de problemas de seguridad entre los niños, la demolición del edificio debería realizarse en Semana Santa y la construcción debería empezar en el mes de junio, de forma que a lo largo del próximo curso estuviera concluida.
Ahora el temor de los padres es que las autoridades se limiten a construir sólo cuatro aulas en lugar de resolver la multitud de carencias y problemas del colegio. Su propuesta es que el nuevo edificio se haga pensando en alojar las aulas de infantil. No por gusto, sino para que los niños de 3 a 6 años puedan estar en las mismas condiciones que en otros centros. Unas condiciones que ahora el Manuel Alonso no puede ofrecer. No tienen por ejemplo aseos en el interior de las clases o un espacio adosado a la clase para que puedan salir. Esta sería la oportunidad de resolverlo.
Los padres reclaman por ello un compromiso firme de las autoridades de que se va a realizar una reforma integral del centro para que “los niños del Manuel Alonso tengan las mismas oportunidades que los que están en otros centros”, afirma la presidenta del AMPA, Ana Vieira.
Las aulas Sevilla, son el problema más grave del centro, pero tiene muchos más. Desde al AMPA resaltan que sus instalaciones incumplen la normativa en muchos aspectos, como los que tienen que ver con la seguridad y que carecen de elementos básicos que tienen la mayoría de los colegios, como un gimnasio o al menos un espacio cubierto para practicar deporte. Y todo ello en un colegio ya sobrecargado, puesto que a pesar de estar concebido como de dos líneas, tiene dos cursos con tres clases.
Las aulas eran un problema urgente que ahora ha quedado sólo prorrogado, con la reubicación de los niños. Una reubicación que ha sido posible por el esfuerzo altruista de la comunidad educativa. Han sido los padres y los profesores quienes han hecho posible que los pequeños no hayan perdido días de clase. Ellos trabajaron el domingo para realizar la mudanza a las nuevas clases, que suponía desalojar todo el mobiliario de las aulas Sevilla e instalar sus elementos en otras. El Ayuntamiento dispuso seis empleados para ayudar en el traslado, pero sin los padres y los profesores no hubiera sido posible.
Desde la dirección del centro explican que en todo momento su intención ha sido que los niños no sufrieran, para ellos cuenta la directora María Luque, “un cambio siempre les genera inquietud y si días antes han estado escuchando cometarios sobre el mal estado de sus clases, aún más”. Por eso, han planteado al traslado como una fiesta, para ilusionar a los pequeños. Y es que tanto profesores como padres, en toda la situación vivida han echado de menos que las autoridades hayan pensado que detrás de los problemas de las aulas, del debate sobre posibles soluciones, lo que hay son niños.
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