Durante mucho tiempo Curro López ha sondeado la historia oral con el fin de reconstruir la vida de los últimos molineros alcalareños, especialmente de los que vivían y trabajaban en los antiguos molinos del arroyo de Marchenilla. En “Un valle perdido en la memoria” se aglutinan cientos de testimonios y multitud de datos acerca de estos molinos, que han sido recopilados e interpretados por medio de una paciente labor de años. Y todo ello aderezado, como no podía ser de otra forma en este autor, con una recreación personal e intimista de recuerdos, anécdotas e historias sobre las personas que los habitaron.

En el libro se amplía considerablemente la visión que Francisco López Pérez, de manera quizás demasiado fragmentada, dio ya en anteriores publicaciones sobre el tema, como es el caso de los títulos “Molinos y molineros de Marchenilla” (1981) y “Memorias molineras de la ultima generación” (1993). Ahora, en cambio, se presenta al lector de manera mucho más amplia todo un compendio de noticias sobre la historia, el paisaje y las formas de vida en torno a estos viejos molinos alcalareños movidos por el agua de los manantiales que en este lugar brotaban de Los Alcores. Unos molinos, por cierto, con unos detalles históricos curiosamente relevantes; como por ejemplo que molían no solo para panaderías de Alcalá, sino también para otros pueblos como Gandul, Mairena y El Viso; o que a principios del siglo XVI eran los únicos molinos de los alrededores de la capital hispalense donde, según las ordenanzas de la época, se podía adquirir legalmente la harina que embarcaría hacia las Indias. No en vano, el autor nos desvela un dicho relativo a este pasado de esplendor que llegó a recoger entre los más viejos del lugar: “Dios te haga arzobispo de Sevilla o molinero en Marchenilla”.

Francisco López Pérez lleva décadas investigando el pasado de nuestra localidad a través de las fuentes orales, es por ello que sus trabajos se centran fundamentalmente en los aspectos más peculiares y característicos de la antropología alcalareña y de cómo ésta fue evolucionando a lo largo del siglo XX. A parte de los molinos de Marchenilla, ha escrito anteriormente sobre otro interesante enclave de nuestro entorno rural, como es el caso de su obra “Gandul en el horizonte” (2004), o bien sobre la génesis del actual Distrito Este de la ciudad en “Lejanía sin distancias: cincuenta años de la Barriada de San Agustín” (2009). Con otros autores ha participado en las publicaciones “Semana Santa en Sevilla” (1983), “Ecos de la historia de Alcalá de Guadaíra” (2000) y “El pan de Alcalá” (2003).

Además de las casi tres décadas que lleva escribiendo artículos ininterrumpidamente en los periódicos locales, Curro López es también un colaborador habitual en revistas como “Escaparate”, “Pasión y Gloria” o “Águila”, así como en otros boletines editados por diversos colectivos y asociaciones de nuestra ciudad.

En lo profesional, ha ejercido durante treinta y cuatro años como maestro de Primaria, buena parte de los cuales en los colegios alcalareños de Los Pinos, Rafael Guiraum, Antonio Machado, Blas Infante o Manuel Alonso, donde se jubiló en 2010. Impulsor de la recuperación del Carnaval, sobre todo entre los escolares, ejerció en 1985 como presentador del primer concurso de agrupaciones que se celebró en Alcalá. También fue elegido pregonero del Carnaval de 1986, repitiendo nombramiento veinte años más tarde.

Junto a otros reconocidos historiadores locales como Javier Jiménez Rodríguez o Antonio García Mora, fue miembro fundador en 1993 de la Asociación de Amigos de la Historia Padre Flores. Fruto de su dilatada actividad en defensa del patrimonio cultural alcalareño, Francisco López Pérez fue designado por el Ayuntamiento como miembro del Consejo Económico y Social de Alcalá de Guadaíra e integrante asimismo del consejo consultivo de la Delegación de Patrimonio Histórico y Natural.