En esta ocasión, la designación de Alcalá estuvo motivada por la celebración en este 2012, del AÑO JUBILAR CLARIANO, que S.S. Benedicto XVI concedió a las Hermanas Clarisas al cumplirse el VIII Centenario de la consagración al Señor de la virgen Clara, hecho que ocurrió en Asís, el Domingo de Ramos de 1212, dando inicio de esta forma a la Segunda Orden Franciscana, o de las Damas Pobres de Santa Clara.
Para la difusión de la Fiesta se había publicado un cartel, cuya bellísima composición fotográfica fue realizada por el artista alcalareño D. Javier Hermida. Como es costumbre, el cartel se repartió por los diferentes pueblos y ciudades de la Diócesis.
El acto siguió el esquema general de esta solemnidad: la Recepción a los asistentes, se realizó en el Ábside del Santuario de la Santísima Virgen del Águila Coronada, colocándose las banderas de las Secciones en el altar de la Cruz allí existente. A la hora prevista, con el saludo del párroco de Santiago, comenzó el acto, que continuó con la bendición de las medallas conmemorativas de la efemérides, acuñadas por la Sección alcalareña, aunando el Año Jubilar con la Fiesta de las Espigas, y que fue impuesta a todas las banderas de las trece Secciones asistentes, así como a los Presidentes de los Consejos Diocesanos de las Ramas Masculina y Femenina de la Adoración Nocturna, Rafael Corrales y María Teresa Díaz. Igualmente, se la impusieron todos los adoradores y adoradoras de Alcalá, ya que, de ahora en adelante será seña de identidad para los hermanos de esta antigua Sección Adoradora. Dicha medalla sigue en su contorno exterior el perfil de la que todas las Clarisas llevan al pecho, incluyendo además el cordón franciscano. En el centro del anverso, en color dorado, destaca el escudo de la Adoración Nocturna: la custodia centrada por una cruz. Debajo el escudo franciscano y una cartela con las cinco llagas, alusiva a la provincia Bética. En el reverso, el centro lo ocupa una imagen de la Virgen de Ángeles, patrona de dicha provincia Bética franciscana, que los adoradores alcalareños veneran también como Consolación del Género Humano y Madre de la Divina Gracia. A ambos lados de la Virgen sendos angelotes en vuelo. Debajo de la nube que la sustenta, el escudo de las Clarisas. La medalla pende de un cordón rojo y gualda, alusivos a la Adoración Nocturna Española.
Procesión de las banderas
Organizada la procesión, que rodeó el Santuario, y entró por la puerta ojival para saludar a la Patrona, cantando el popular “Salve Madre”, se encaminó por la Cuesta de Santa María hacia la parroquia de Santiago, entre los cánticos de los asistentes. A la cruz alzada, magnífica pieza antigua en plata de ley, perteneciente al Convento de Santa Clara, seguían todas las Secciones de ANE y ANFE, ordenadas de menor a mayor antigüedad. Cerraban este tramo las Secciones de Sevilla capital. Tras ellos la Sección Alcalareña, como anfitriona, con los Presidentes Diocesanos y el sacerdote.
A la hora prevista, llegó el Obispo Auxiliar de Sevilla Santiago Gómez Sierra, para presidir la que sería su primera Fiesta de Espigas como Obispo. Precisamente el Obispo protagonizó la anécdota de la jornada ya que tuvo que llegar escoltado por un vehículo de la Policía Local, pues muchas de las calles de acceso a la parroquia estaban cortadas al tráfico por coincidir con otros eventos deportivos. En la puerta principal fue recibido por Manuel Mª. Roldán, párroco del templo y los demás sacerdotes asistentes, así como por el Presidente de la Sección alcalareña y de los Consejos Diocesanos de ANE y ANFE. Se siguió el rito acostumbrado para entrar al templo, con el crucifijo y el agua bendita.
Tras la preceptiva visita al Sagrario, pasó a revestirse para la liturgia, que comenzó con la Procesión de entrada. Llegados al altar, el Obispo realizó el rito de incensación del mismo y de la Cruz. Antes del comienzo de Vísperas, el Presidente de la Sección alcalareña, hizo entrega de la medalla conmemorativa al Sr. Obispo y a todos los sacerdotes concelebrantes: Antonio J. Guerra, Arcipreste de la localidad y párroco de San Agustín, Manuel Mª. Roldán, Párroco de Santiago, Rafael Calderón, párroco de San Sebastián, que es también adorador de la Sección de Écija, su ciudad natal, José Soto, coadjutor de San Agustín, Féix Amo, párroco de Santa María y San Miguel, y Alberto Vázquez, Secretario del Obispo. Seguidamente, el Presidente Diocesano, Rafael Corrales, impuso a Juan Jorge García García la insignia de honor que el Consejo Nacional de Adoración Nocturna Española, con sede en Madrid, había enviado, reconociéndolo como reactivador de la Sección tras el período de inactividad que en parte de los años ochenta y noventa del pasado siglo XX sufrió la Sección. Igual condecoración y nombramiento se envió a José Luis de la Rosa Carranco, que goza ya de la presencia de Dios. Los nombres de ambos adoradores han quedado asentados en el correspondiente Libro de Honor de la Adoración Nocturna Española. En lugar destacado estaba la Presidenta del Consejo Local de Hermandades y Cofradías de la ciudad, Mª. José Gravalosa Morenilla.
Tras las Vísperas, rezadas por todos los asistentes, siguiendo el libro repartido para ello, comenzó la Misa con el canto del Gloria. El Obispo glosó en su homilía las excelencias de la adoración al Santísimo Sacramento, exhortando a los presentes a perseverar en el carisma propio de esta Cofradía, agregada a la Archicofradía romana del mismo Título. Todos los cantos de la Misa corrieron a cargo de la magnífica coral que dirige el sacerdote Manuel Ángel Cano Muñoz, quien fue adorador nocturno en su pueblo natal de El Toboso. Al ofertorio se entregó a todos los fieles que llenaban el templo una bella estampa de recuerdo, cuyo motivo era el mismo cartel anunciador. Las ofrendas del pan y el vino fueron portadas por el Hermano Mayor de la Hermandad del Santísimo Cristo del Perdón y la Diputada de Cultos de la Hermandad Sacramental de Santiago.
Traslado a Santa Clara
Finalizada la Misa, y rezadas las preces de rigor ante el Santísimo, expuesto ya en la Custodia, se organizó la Procesión para trasladarlo a Santa Clara, lo que se realizó bajo palio, siendo portado por el Obispo, entre los cánticos de todos los que formaban la comitiva. A la misma asistió corporativamente, la Hermandad del Santísimo Cristo del Perdón, con su estandarte y varas. La comitiva se organizó de igual manera que la Procesión de Banderas, sólo que ahora todos los fieles llevaban velas encendidas alumbrando el camino a Jesús Sacramentado, durante el breve recorrido: Plaza del Derribo, Alcalá y Orti, Santa Clara, y Ntra. Sra. del Águila. Al llegar a la capilla del Monasterio de Santa Clara, el Señor fue recibido a los acordes del Himno Nacional por la hermana organista. Fue muy emotiva la subida del Sacramento al gran manifestador de plata, del siglo XVII, instalado en el altar Mayor, cedido para la ocasión por la Hermandad Sacramental de San Sebastián. Se vivieron momentos de gran fervor, al entonar todos los presentes el bello “Cantemos al Amor de los Amores…”
Tras unos minutos de oración, que encabezó el Obispo, postrado ante la majestad del Dios hecho Pan, se comenzaron los cuatro turnos de vela de una hora de duración cada uno. Con ellos, todos los asistentes ganaron la Indulgencia Plenaria concedida por el Santo Padre con motivo del Año Jubilar, a los que participen en actos celebrados en los monasterios de Clarisas.
Procesión del Santísimo
A la hora prevista, las cinco, acabados los turnos, se rezó el Santo Rosario, y después la Oración de la mañana: Laudes. Entretanto, con precisión matemática, los costaleros de la Hermandad Sacramental de Santiago, trasladaron el paso de la custodia, cedida por dicha Hermandad, a la puerta de Santa Clara, para que, a las seis en punto, saliera el Santísimo bajo palio y fuera colocado en la artística custodia de plata de la Hermandad de la Patrona. Emotiva fue la despedida de las Hermanas Clarisas, desde la misma puerta, cantando al Señor un canto Eucarístico. El paso iba precedido por una cuadrilla de acólitos perteneciente a la Hermandad Sacramental de San Mateo, que, revestidos con las dalmáticas blancas de la Hermandad Sacramental de Santiago, portaban los ciriales cedidos por la Hermandad del Santísimo Cristo del Perdón. Tras el paso, de preste, el párroco de Santiago, acompañado del Arcipreste. Cerrando el cortejo el palio de respeto.
La comitiva, en la que participó corporativamente con estandarte y varas la Hermandad de la Santísima Virgen del Águila, junto a las Secciones asistentes, se encaminó hacia el Santuario, enfilando la calle Herreros, pasando de nuevo por dicha calle, que actualmente no goza del privilegio de que la procesión del Corpus la recorra. En el zaguán de la casa nº 12 lucía un sencillo pero bello altar, compuesto con una cruz y la imagen del Niño Jesús. La cuesta de Santa María, lucía esplendorosa con las claritas del día, gracias al arreglo llevado a cabo por los servicios municipales en los días previos. Así, igual que a la imagen de Ntro. P. Jesús le amanece todos los Viernes Santos en el puente de Carlos III, al Señor, encarnado y vivo en las Especies Eucarísticas, le amaneció cuando culminaba la subida al castillo.
Magnífico el esfuerzo de los costaleros, que poco a poco, escalón a escalón, fueron ascendiendo por esa verdadera “Scala Coeli” que conduce a los orígenes de Alcalá, donde, en blanco nido de cal mora el Águila Coronada. Fueron conscientes los portadores de la custodia, de que llevaban a Jesús a ver a su Madre, que lo esperaba impaciente.
Bendición a los campos
De nuevo en la explanada del Santuario, el paso fue colocado ante la ojiva, y tras la bajada del Santísimo, y las preces acostumbradas, Manuel Mª. Roldán, procedió al rito central de esta Fiesta de las Espigas: la bendición a los campos, a la ciudad y a sus habitantes, bendición que este año, simbólicamente bien podría hacerse extensiva a toda la diócesis, pues, según la tradición, la cota del Santuario está situada a la altura del campanario de la Giralda. Bella estampa, que, según las crónicas, también se realizó en 1903 en otra Fiesta de las Espigas, alzado el Santísimo entre las banderas rendidas a Su Divina Majestad.
Inmediatamente toda la comitiva entró en el Santuario, para proceder a la reserva en el Sagrario situado a las plantas de la Patrona, que fue saludada con la solemne melodía de “Salve Regina”, dándose por finalizada una noche de oración, de adoración, de contemplación, con las breves pero elocuentes palabras del párroco y del Presidente Diocesano.
Importantísima ha sido para el desarrollo de esta gran fiesta la colaboración de la Asociación de la Divina Pastora de las Almas, de la Asociación de Amigos de los Reyes Magos, entidad que está incorporada honoríficamente a la Sección alcalareña, y de varios de sus miembros, como Carlos García Gandul, presidente de la entidad, Miguel Rodríguez Valdivia (Rey Gaspar 2005), y Manuel Vázquez Cabreja (Rey Baltasar 1994), entre otras muchas personas. Agradecemos encarecidamente a Monseñor Gómez sierra y al clero local su presencia y sus desvelos para el buen resultado de la Vigilia; al Ayuntamiento, a la Policía Local, a todas las instituciones y a todos los que han hecho posible que la Fiesta de las Espigas sea una hermosa realidad, su inestimable colaboración; a todos los adoradores y adoradoras que han participado, de la localidad y foráneos, y como no, a las Hermanas Clarisas por su permanente disponibilidad hacia la Adoración Nocturna, fieles al espíritu de su fundadora, cuyo símbolo iconográfico, es, precisamente, la custodia.
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