Opinión - 05/05/2014
"Recapacicla". Antonio García Calderón
Autor:

Cada día me cuesta más trabajo ir a tirar la basura. Y no es por pereza, ni porque los contenedores estén lejos, ni porque sea pesada la carga, es por la cantidad de cosas que tengo que tirar cada vez que lo hago. Por suerte para mi conciencia, donde vivo,  existe la posibilidad de poder separar los residuos y depositarlos en su correspondiente contenedor, algo que, de forma inexplicable a estas alturas, no pasa en todas las calles. Lo que peor llevo es lo de los envases ligeros, es decir, los de plástico, briks y latas. Quizá el hecho de tener que introducirlos de uno en uno en el contenedor amarillo, hace que se perciba con mayor claridad la cantidad y diversidad de envoltorios de los productos con los que nos alimentamos, nos aseamos o mantenemos limpia la casa. Toda la rutina diaria de nuestras necesidades, y otras no tan necesarias, la hemos acabado envasando para mayor comodidad de esta vida de usar y tirar que nos hemos organizado.

No hace mucho, cuando solo había un cubo de basura en cada casa, y más bien pequeño, toda la inmundicia diaria del bloque de nueve pisos donde me crié cabía en un bombo de comunidad no muy grande, que incluso guardábamos en el cuarto de contadores. Eran tiempos en los que había que llevar los cascos cuando ibas por La Casera, se fregaba el suelo con un jabón que se había elaborado con el aceite usado y sosa cáustica, la compra era diaria y te la servían en cartuchos o empaquetada en papel de estraza, toda la familia usaba el mismo champú y el bote era de un litro, y si tenías un perro, este se daba un festín con los restos de los platos. Generábamos muchos menos residuos. Sin embargo, todo acababa mezclado, transportado en un solo camión y amontonado en el mismo vertedero.

En eso sí hemos avanzado, en separar y seleccionar para su reutilización y reciclaje, reduciendo todo lo posible los desechos que no se pueden incorporar de nuevo a la cadena productiva, y que finalmente acaban depositados en vertederos controlados que tratan de minimizar los efectos de la contaminación. En nuestro término municipal, en uno de los brazos por los que se extiende Alcalá hacia el oeste y muy próximo al núcleo urbano de Los Palacios (en eso de la ubicación estuvo fino el que autorizó la instalación), se encuentra el Centro Integral de Tratamiento de R.S.U. Montemarta-Cónica.  Es la planta que tiene la concesión de la recepción de los residuos de la Mancomunidad de los Alcores, que es la que se ocupa de la recogida de la basura de nuestra ciudad.  Su actividad principal es la prestación del servicio de tratamiento y eliminación de residuos sólidos urbanos, cuya fracción orgánica se recicla mediante su compostaje para su aplicación en agricultura. También recuperan los envases, clausuran y restauran vertederos,  y como innovación, han incorporado en sus instalaciones una planta de generación de energía eléctrica por combustión del biogás resultante de la descomposición de la materia orgánica, consiguiendo de este modo un sistema eficiente para aprovechar un recurso que de otra forma, su emisión libre, sería un grave problema medioambiental.

Pero parece que esta planta y otras que están instaladas en nuestro entorno son insuficientes para asumir la creciente cantidad de residuos que generamos. Si a esto le sumamos la falta de previsión desde la administración para anticiparse a esta circunstancia, y los escasos estímulos que desde la misma se han puesto en marcha para fomentar el desarrollo del sector de la recuperación y el reciclado (que se prevé será uno de  los yacimientos de empleo del futuro y que en la actualidad genera ya en España más 130 mil puestos de trabajo entre directos e indirectos), obtenemos un escenario en el que otras opciones, nada sostenibles, tienen el amparo y el respaldo de la propia administración.  Ese es el caso, a no ser que desde la movilización ciudadana consigamos frenarlo, del proyecto para la adaptación del horno de la fábrica de cementos del Grupo Portland Valderrivas, en las proximidades de la Venta La Libre, que, bajo el eufemismo de “valorización energética”,  pretende incinerar hasta 292.000 toneladas al año de residuos (800 t/diarias), entre los que se incluyen lodos, neumáticos, residuos sólidos urbanos, vehículos fuera de servicio, plásticos, textiles, productos agrícolas, cartón y papel. La incineración en cementeras es la forma más peligrosa de tratar los residuos, pues genera emisiones contaminantes y tóxicas que pueden perjudicar gravemente la salud, y por otro lado, es la vía más insostenible de eliminarlos por el despilfarro de materias primas que pudieran ser reutilizables por empresas de gestión de residuos, las cuales se verán afectadas por una competencia desleal ante estas prácticas.

El residuo mejor gestionado es el que no se genera. Una sociedad que aspire a ser sostenible debe tener claro que lo primero que hay que reducir es la generación de residuos, debe tratar también de reutilizar los que se puedan y poner todos los medios a su alcance para reciclar el resto aprovechándolos como materias primas. Como ciudadanos es lo mínimo que podemos hacer, y por supuesto, no tolerar que el esfuerzo de separar nuestra basura termine incinerado todo mezclado dentro de un horno, y aún peor, que lo acabemos respirando.

© Guadaíra Información - 41500 Alcalá de Guadaíra (Sevilla) - España
Teléfono: 655 288 588 - Email: info@guadairainformacion.com � Aviso Legal