Opinión - 20/05/2019
"Elecciones locales, y van once...", Juan A. Muñoz Andrade
Autor:
Juan A. Muñoz Andrade

Tras cuarenta años de vida democrática conocemos bien los altibajos de la relación de la ciudadanía con la política. De una febril ilusión inicial pasamos a un desencanto también más ingenuo que sólido. Llegó la corrupción y la desafección de los ciudadanos hacia el trabajo de los políticos. Estamos en un momento crucial, pasadas todas las borrascas y superadas las excusas, los liderazgos indiscutibles y hasta tóxicos y la adscripción ideológica inamovible.

Las elecciones locales son un terreno magnífico para testar la relación real de la ciudadanía con el liderazgo político. La gestión diaria de los problemas de una ciudad retratan infinitamente más a los líderes políticos que la apoltronada vida parlamentaria pendiente de girar la llavecita del voto según te manden, lejos de la crítica y de la incómoda fiscalización ciudadana. Quienes acceden a posiciones de poder muy por encima de sus méritos o capacitaciones profesionales acaban más preocupados por su propia carrera política que por lo que les pasa a sus votantes. También creo que la política local es menos vulnerable a la manipulación mediática y a la demagogia populista de cualquier lado del espectro político. El hábil mitinero se va a encontrar tomando café o esperando turno en el médico con las víctimas de sus proclamas demagógicas. ¡Cuidadín, cuidadín!

Nos enfrentamos a las undécimas elecciones locales tras diez mandatos a cargo del PSOE. Nada que objetar si el balance de gestión es positivo para la ciudad. Mucho si la permanencia en el poder ha servido para crear redes clientelares más pendientes de intereses partidarios que de la ciudad.

También son las elecciones locales más ajenas a las afinidades partidarias y más proclives al predominio de la credibilidad personal de los candidatos que a la poderosa influencia/injerencia de las siglas. Mi madre, como tantos otros, votaba a Felipe González en las generales, en las autonómicas, en las europeas y en las municipales. Incluso cuando ya ni siquiera se presentaba a las elecciones generales. Somos una ciudadanía con mucho más acceso a fuentes de información (no necesariamente mejor informada), así que la ignorancia política tiene menos justificación.

La gestión del tráfico, la limpieza de las calles, el funcionamiento de los servicios municipales, la eficacia de la policía local… dependen más de la capacidad de gestión y de aglutinar y liderar grupos de gente capaz que de principios ideológicos. Me interesa mucho más la capacidad de generar consenso y aunar fuerzas de las candidatas a alcaldesa (no son instrucciones de Podemos, es que en mi ciudad las candidaturas con posibilidades de victoria están lideradas por mujeres) que su posicionamiento en la estructura de su partido. Más su destreza para atraer a gente brillante y comprometida a su candidatura que sus cálculos de débitos y pago de favores dentro de la burocracia partidaria a quienes han hecho de la política una salida profesional.

He repasado los programas electorales de las candidaturas con más opciones. Todas prometen cosas deseables, posiblemente conscientes de que nadie las lee, o peor aun, nadie las cree. Creo que los alcalareños nos debatiremos entre volver a votar la continuidad del PSOE en el poder local o apoyar a la candidatura opositora capaz de enhebrar un consenso que propicie el cambio político en Alcalá. Si se produce el cambio, no será mágico. Ni el paro, ni el tráfico, ni la obra interminable de la carretera a Dos Hermanas, ni el tren en vía muerta, ni la construcción del nuevo instituto se solucionarán cambiando las caras y las siglas al mando de las concejalías. Sí hay mucho que mejorar en manos del poder local; combatir el clientelismo, mejorar la capacitación y la imagen de los responsables políticos, dinamizar la vida ciudadana y desvincularla de los partidos políticos, fomentar el emprendimiento empresarial, atraer riqueza, mejorar el funcionamiento de los servicios municipales. Lo deben acometer quienes se pongan al timón del maltrecho y endeudado barco amarrado en el Duque, sean continuistas o renovadores.

¡Suerte, candidatas! La vais, la vamos, a necesitar. Os deseo acierto y éxitos, y que os asoméis más a la calle que a las tripas de vuestros partidos. Huele mejor aunque hace más frío.

 

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