El pregonero se presentó sentado en un pupitre, aunque la imagen era acorde con el contenido, el motivo era otro, una lesión en una pierna, le impide estar de pie. De hecho actualmente tiene recomendado reposo, y llegó al escenario del Gutiérrez de Alba con muletas. Vicente Romero Gutiérrez, fue el encargado de la presentación en la que trazó el recorrido personal y literario del orador y también su mapa sentimental, profudamente unido a la casa Salesiana y a Alcalá, en particular a través de su devoción a Jesús Nazareno.
Desde el principio, la conexión con el público fue total. Un extenso y hermoso poema realizó un recorrido por los espacios vividos del colegio, por los rincones que han sido en este siglo escenario de tantas vivencias. Pero el pregonero dejó clara su preferencia por aquel lugar en el que confensó haber sido profundamente feliz, el patio de albero, "patio grande de mi gloria", al que devolvió su "suelo de oro" y al que dedicó su pregón. Primer aplauso atronador para una composición de profunda carga emotiva.
La narración de Gutiérrez Oliveros siguió un recorrido lineal a partir de aquí, para contar en primer lugar la génesis del centro con Virginia Belloc, (que cedió el antiguo convento del Carmen para el mismo), con Pérez Díaz y con Paulino García Donas al frente. Un centro inspirado, contó el pregonero, por la procesión de alumnos del centro salesiano de Sevilla que recorrió las calles de Alcalá y movido por el objetivo fundacional de dar educación a los niños pobres. Ángel Gutiérrez inscribió el nacimiento del colegio en la estampa de la Alcalá de la época en un hermoso recordatorio de paisajes y tipos.
Así siguió la narración del devenir del centro con parada especial en la primera procesión de María Auxiliadora. Aquí llegó el recuerdo para las presidentas de la Archicofradía y para la figura de Conchita Campos a la que dedicó un hermoso poema homenaje por su labor.
El pregonero narró la expansión del centro y el freno a la misma de la República. La salvación de su continuidad con la creación de una sociedad de alcalareños que hizo posible entonces que el centro no se perdiera como había dispuesto la autoridad republicana y los trágicos sucesos del 18 de julio, cuando las fuerzas de izquierda apresaron a los curas y posteriormente quemaron el colegio. El texto de Ángel Gutiérrez se detiene en la épica de unos hombres que reconstruyeron la casa desde sus cenizas y retomaron su labor educativa. Ya en octubre abrió de nuevos sus puertas, cuenta, en precario. No había ni cristales en las ventanas, tapadas entonces con papeles.
Ángel Gutiérrez fue entreverando en su narración fragmentos poéticos. Aquí llegó el turno de una poesía en la que dispuso que el Niño Jesús de María Auxiliadora acompañara en sus juegos a los pequeños alumnos del centro y compartiera con ellos alineación futbolística. Fue uno de los momentos más aplaudidos del pregón. Su facilidad para la composición poética y el ritmo musical de sus composiciones, encandilaron al público.
El texto sumó a partir de aquí a sus valores, el documental. Hubo tiempo para una extensa relación de los antiguos alumnos que han resaltado en diversos ámbitos, desde los que ejercieron el sacerdocio a los que contaron o cuentan con una brillante trayectoria personal. No faltó la referencia, cargada de cariño, a algunos que se alejaron del buen camino. Recitó los apellidos de todos los alumnos que han pasado por el centro, labor enciclopédica, resuelta con una excelente dicción y con la inclusión de pequeños comentarios o de la adscripción geográfica de los que eran foráneos.
Para la Hermandad de la Virgen del Rosario y sus titulares tampoco faltaron versos. Y llegó el momento de las experiencias personales, de los recuerdos vividos en el centro como alumno. Travesuras y figuras entrañables como la de Don Agustín, o Mena el limpiador, desfilaron el pregón. Quedaron resaltados sacerdotes salesianos de especial carisma como Eduardo Benot o Miguel Moreno. Hubo un recuerdo para los directores que han pasado por el centro. Todos fueron nombrados y su labor inventariada en unos versos que demostraron de nuevo la facilidad para la poesía del pregonero.
Más versos, no podían faltar estos, para María Auxiliadora y en particular para la procesión de la imagen hasta el Santuario de la Virgen del Ágila con motivo del 75 Aniversario del colegio. Poema "marca de la casa", fiel al estilo del oradora y de nuevo grandes aplausos.
Repaso a la labor actual del centro al esfuerzo por la modernización y la búsqueda de la excelencia educativa "un centenario como estímulo para crecer", dijo. Y una reflexión a la luz de la huella dejada en Alcalá por el colegio. Un pensamiento que llevó a una petición que todo el auditorio hubiera suscrito "¿qué sería de Alcalá si no estuvieran los Salesianos?", expresó Gutiérrez Oliveros para pedir "que nunca se ausente de Alcalá la comunidad salesiana".
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