Opinión - 03/07/2015
"La única superviviente". Álvaro Plaza
Autor:
Álvaro Plaza

No sé por qué salí al patio, hacía calor, porque está haciendo caló en Londres. Treinta y tres grados aquí se viven con cierta dificultad, la gente suda a chorros, las chicas se tiran en biquini sobre un césped que amenaza secarse, se forman colas en los Boots (farmacia+droguería+revelados de foto -sí, revelado de fotos, no me preguntéis por qué-) con la peña comprando cremas solares y en mi caso pañales bañadores para el crío, que en el parque cerca de casa hay como una especie de charco grande donde los enanos pueden aplacar el calor mientras tú vigilas que no se ahoguen.

Pero salí al patio y allí la vi, lo que malamente he reproducido en esa foto. Habíamos vuelto de vacaciones, y claro, aquí regar no se riega, uno confía en que va a llover, como hace cada tres por cuatro, pero la ausencia de los chuzos y supongo que los propios ciclos vitales dieron caza a las flores del arriate que tengo en la ventana.

De hecho no sé ni que flor es, una manzanilla creo, seguro que en el pueblo tienen un nombre propio más campechano y más de uno estará pensando ahora mismo mientras está leyendo estas líneas cómo demonios no sé de que flor se trata, si es un o una… he de admitir que mis conocimientos de floricultura se reducen a la rosa de Sant Jordi, a los clavelitos de la canción y las amapolas rojas que en las islas se pone todo dios en noviembre para conmemorar a las víctimas militares y civiles de las guerras mundiales.

Total, que allí estaba, junto a sus hijas, o madres o hermanas, o sólo amigas quizás, todas muertas. Todas muertas menos ella, que campante y casi descarada abría sus pétalos esperando que la brisa o un moscardón vaya a repartir su polen por ahí, que al final se trata de ir legando el ADN a diestro y siniestro, como todo bicho viviente.

La única superviviente.

Ya vista mi ignorancia sobre las flores, aún es más profunda cuando se trata de los mecanismos de la madre naturaleza. ¿Cómo es que ha sobrevivido esa flor y nada más que esa flor? Quizás un botánico podría sacarnos de dudas, porque dependiendo de su respuesta, yo como fabulador, me podría servir de ella cómo símbolo que revelara lo que ha acontecido recientemente en la política de mi pueblo.

Y se me ocurren dos posibles metáforas.

Esa flor es el Limones, y como el Limones esa flor ha sobrevivido. Quizás esa flor sea la más adaptada, la más fuerte o la que más y mejor ha sabido administrarse el agua, la favorita del sol, la más larga; vete tú a saber. El alcalde de mi pueblo lleva veinte años en el cargo, y cuando parecía que le iban a birlar el sillón, cuando todo estaba perdido, incluso con culebrón de última hora final made in Hollywood, con esa querencia de acuerdo in extremis en el último segundo, pretendiendo suspender la investidura, casi que oigo la orquesta del recientemente malogrado James Horner poniendo música a esos frenéticos últimos minutos, con alguien corriendo por los pasillos, papel en mano, corazón latiendo a doscientas pulsaciones y no llegando a tiempo… o algo por el estilo, épico, melodramático y esperpéntico; pero al final a la chita callando “mi alcalde” se quedó de nuevo con su bastón.

Aunque esa flor también podría servir de fallida imagen casi de lo contrario. Me explico. Quizás las otras flores muertas y la superviviente hicieron sus asambleas, sus reuniones y alcanzaron un pacto soberano, decidieron que las demás se iban a sacrificar por el bien común, que una sería la elegida, la que sobreviviría, a la que las demás le cederían las esquirlas de agua, robadas al rocío, con las que arañarían un puñado de días más para remontar todo lo que pudiera hacia esos baños solares que tanto necesitan. Esas negociaciones entre las flores tuvieron que ser más jodidas que las acaecidas entre los distintos grupos opositores alcalareños, porque aquí las restantes se hicieron el harakiri como podéis comprobar en la imagen, todas mustias.

Pero como no soy botánico no puedo saber a qué historia colocarle el infortunio de mi arriate, si a la capacidad conservadora, a la resistencia del hombre que lleva cuatro lustros capitaneando nuestros destinos o como triste lección del acuerdo que los aspirantes no lograron alcanzar, de lo que pudo haber sido y no fue.

Menos aún que de botánico tengo de adivino, hasta que la rueda del tiempo no eche a andar un buen trecho, no sobremos valorar si hubiera sido más productivo una coalición de enemigos naturales que se aventuraba cuanto menos muy postiza y que podría haber acabado en tragedia o un “todo ha quedado tal y como estaba” pero con una serie de partidos metidos en el ajo, ayudando, proponiendo, vigilando o lo que consideren más oportuno para servir mejor a su pueblo… y ojo he obviado a posta decir “a sus votantes”.

La flor de mi arriate seguirá luchando por sobrevivir, intentando esparcir su ADN por los patios vecinos. Y quizás, a colación de mi anterior artículo, podamos extraer otra enseñando de ese comportamiento. Que ya no vale sólo con eso de ir cada cuatro años a festejar la democracia, que como la flor de mi arriate tenemos que hacer de la tenacidad una costumbre y de veras preocuparnos por quién hace qué rotonda, a quién se le compran los suministros, por qué se tira el dinero en hacer unas medallas, por qué se contrata a este o al otro y sobretodo, sobretodo, grabarnos a fuego ese refrán que tanto tiene que ver con nuestra historia, que el pan para hoy siempre han sido los hambres del mañana.

Todos podemos contribuir con nuestro pueblo en nuestra justa medida y condición, y nunca rendirnos o conformarnos, como esa flor, que ahí está, mecida por una brisa inconstante. 

 

© Guadaíra Información - 41500 Alcalá de Guadaíra (Sevilla) - España
Teléfono: 655 288 588 - Email: info@guadairainformacion.com � Aviso Legal