Opinión - 19/06/2013
"Los fósiles de Mary Anning". Álvaro Plaza.
Autor:
Álvaro Plaza

Hace poco los avatares de la vida me han llevado a pasar unos días en un pueblo de la costa  sudoeste inglesa, entre Dorset y Devon. En la que se llama la “Costa Jurásica”, mucho antes de que Spielberg pusiera de moda el término con su recreación de un plausible parque temático con dinosaurios correteando a sus anchas.

Yo creía que la razón de llamarlo Costa Jurásica era otra excelente muestra del fino sentido de la ironía inglesa. Porque dando un paseo por la playa, por las calles, entrando en las tiendas y pubs, cenando en un par de restaurantes y sobretodo hospedado en el hotel, descubrí para mi asombro que allí el más joven era cuarenta años mayor que yo. Obviamente estaba en lugar de retiro y por unos segundos pensé que lo de llamarlo costa Jurásica no era sino la manera eufemística de designar a estos pueblos que venían a cobijar los otoños de sus compatriotas.

Nada más lejos de la realidad.

Resulta que la Costa Jurásica está declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco y para que nos entendamos son esos paisajes de playas con barrancos, olas y espuma, bruma y centenares de gaviotas. Allí una tal Mary Anning llevó mucho más allá esa afición que tenemos todos cuando somos pequeños y nos llevan a la playa, que no es otra que la necesidad de cavar con la ilusión de encontrar un tesoro enterrado en la arena. Y la tal Mary sí que los encontró, encontró dinosaurios a puñados, fósiles e identificó el primer esqueleto de ictiosaurio, sea lo que sea el bicho ese.

Un lugar muy bonito para el retiro, coqueto y recogido, tranquilo. Falta el sol pero no se puede tener todo.

Y paseando por sus calles no pude sino acordarme de mis abuelos y danzando por allí me vinieron imágenes de mi pueblo, tales como un abuelete dando cuenta de un helado de los Valencianos en la Plazuela, o aquellos que jugaban al dominó en el Cabildo, el día que fui al Gutiérrez de Alba, creo que en martes, y allí que estaba toda la tercera edad comentando la película o si por casualidad pasaba por un colegio a eso de las dos y ver toda una legión de canas esperando recoger a sus nietos para darles de comer y entretenerles toda la tarde, a esperar que sus padres llegaran después del trabajo.

Y los abueletes de la costa jurásica y los abueletes de mi pueblo tienen una cosa en común: los años que todavía les quedan por vivir.

Porque la esperanza de vida aumenta y eso hay que pagarlo.

Es por eso que hace no poco se ha organizado un comité de sabios, eso si que es un eufemismo, y han dictado sus recomendaciones; que no me pongo aquí a desgranar porque entiendo que los afectados e interesados estarán plenamente informados.

En resumidas cuentas quieren cortarle la guita a los abuelos. Y se basan en la pura aritmética, y las matemáticas por desgracia siempre llevan la razón. Cada vez hay menos gente trabajando, lo que mal llamamos población activa, y aunque en un futuro halagüeño consiguiéramos vencer los malos números del paro, aún así el actual sistema de pensiones es insostenible porque los abuelos no les da por morirse a una edad razonable, sino que les da por alargarse en los años, acarreando encima sus enfermedades con todos los gastos sanitarios que ello conlleva. Todo un inconveniente.

Y es un problema de difícil solución.

No digo yo que el comité de sabios no haya actuado con buena voluntad y hayan tratado de plantear un proyecto de sostenibilidad lo más justo y equitativo posible. Supongo que habrán intentado hacer lo mejor que han podido o sabido.

Yo creo que parten de un error de entrada: analizan los posibles escenarios futuros teniendo en cuenta cómo está organizado nuestro estado y sociedad a día de hoy. Y pudiera parecer que eso es lo que precisamente la recta razón dicta como necesario, es decir, que el punto de partida sea la realidad tal y como está conformada para vislumbrar sus posibles soluciones y no enredarse en telarañas, sueños y utopías. A mí en cambio esto me parece de lo más obtuso. Porque los sabios del comité no lo son tanto, o al menos no han dado señales de ello, para atisbar lo que muchos ya estamos masticando.

Y es que el sistema no funciona. No porque no podamos pagarles eventualmente las pensiones a nuestros abuelos, eso no es más que un síntoma, es como la fiebre y los sabios nos dan aspirinas en vez de ir a la raíz del problema y contemplar las soluciones, si las hay.

Yo no sé ustedes, pero a mí me parece justo que después de treinta, cuarenta años trabajando los abuelos se puedan permitirse un helado en la Plazuela sin problemas, a regalarle los reyes a sus nietos, o que se vayan a un pueblo de retiro a hacer lo que les plazca, a encontrar esqueletos de dinosaurios si les da por ahí.

Quizás haya que repartir un poco mejor, quizás haya que ser más estricto con la corrupción, quizás haya que ser menos tolerante con quienes se aprovechan del sistema. Lo que parece claro es que el modelo está gripando y el que viene a reemplazarle es espeluznante. Un modelo donde si quieres una enseñanza de calidad págatela, si quieres una sanidad de calidad págatela, si quieres una pensión de calidad págatela. Ese modelo no nos conviene, al menos a la inmensa mayoría, y que yo sepa todavía estamos en democracia.

Así que a ustedes, a nosotros, a la mayoría, antes de que llegue la edad de las pensiones y descubras que no te da “ni pa pipas”, quizás va siendo hora de poner de verdad en marcha la democracia, porque si no la ponemos en marcha de verdad ya, vamos a quedar como esos fósiles que Mary Anning encontró un día escarbando en la playa.

© Guadaíra Información - 41500 Alcalá de Guadaíra (Sevilla) - España
Teléfono: 655 288 588 - Email: info@guadairainformacion.com � Aviso Legal