Opinión - 02/04/2014
"Asiático XVII". Paco Pérez
Autor:
Francisco Pérez Caballero
Fiesta del Korbanir eid de Bangladesh

Es extraño, llevo ya tres meses en España. No pasaba más de un mes aquí desde 2006. Y echo mucho de menos Asia. De hecho el mes pasado no escribí el artículo porque me sentía desubicado. Y sin embargo, estando allí, no echo de menos esto.

Esta mañana he estado viendo fotos de Corea del Sur y ¡la he añorado! Los parques, los noodles, los neones. El respeto. Corea del Sur es un Japón diluido, menos concentrado, quiero decir.

El mes pasado fue el Año Nuevo Chino. Su horóscopo, en vez de ser mensual como el nuestro, es anual. También tienen doce símbolos, como nosotros. Terminó el año de la serpiente y ha comenzado el año del caballo. Yo nací en el año del perro, lo que significa que, para los chinos, soy tierno, fiel y feliz.

Todo esto he empezado a escribirlo porque no paro de acordarme del korbanir eid de Bangladesh, la fiesta del sacrificio. Se celebra unos sesenta días después de que termine el Ramadán y, para celebrarlo, hacen una matanza. En Bangladesh generalmente sacrifican vacas, pero también he visto cabras y camellos en el aparcamiento del edificio. Un par de días antes del sacrificio hay que aparcar el coche en la calle y, en su lugar, aparcan a los animales.

La mañana del sacrificio es espectacular. Tengo amigos que lo detestan, que se encierran bajo siete llaves para no oír el lamento de los animales, que se huelen el asunto desde la noche antes. Los degüellan, desangran y despiezan en el aparcamiento del edificio, o en la puerta de entrada. Las calles se llenan, literalmente, de ríos de sangre. Huele mucho a sangre. La sangre es muy resbaladiza. La celebración es impresionante. Millones de gentes van de puerta en puerta intentando pillar el mejor trozo posible de carne. Las batallas por los trozos son épicas.

Y bueno, ese día y los siguientes se come carne en Bangladesh.

El hilo de pensamientos me hizo acordarme del Año Nuevo Chino y de cómo en los tres años que he pasado allí todavía no he tenido el gusto de ver una celebración que se acerque, ni de lejos, a la intensidad y la exageración del korbanir eid. Este año porque lo he pasado en Mairena, pero los años anteriores realmente intentamos ver algo, un dragón, unos fuegos artificiales, algo, y nada de nada, no conseguimos encontrar la celebración por ningún sitio. Bueno, el año pasado, desde la azotea del piso treinta y dos conseguimos ver unos fuegos artificiales reflejados en los cristales del rascacielos del CITIC.

Antes de ayer me hizo una entrevista una chica polaca, creo que para su tesis. Me preguntó por las diferencias culturales entre España y China y, entre otras cosas, le conté la abrumadora distancia que hay entre cómo celebramos nosotros y cómo celebran ellos. Sólo llevo dos años y medio en China y quizá es pronto para decir que no hacen fiestas por casi nada, pero cuando llevaba un mes en Bangladesh ya viví mi primer EID y, en los cinco años y medio siguientes vi celebraciones de todo tipo. Hasta la circuncisión de los preadolescentes tiene una fiesta.

En China, cuando es festivo, los chinos se van a sus pueblos. La diáspora es colosal. Miles de millones de personas cogiendo trenes, aviones, coches, inundándolo todo. Pero nada más. No sé si en sus pueblos hacen alguna fiesta. Yo, lo más que he visto han sido las celebraciones de boda y los petardos y fuegos artificiales que tiran a pie de obra antes de comenzar la construcción de un edificio. Por lo demás, nones.

No veo el día de volver, espero que sea pronto. Lo echo de menos aunque no haya ni jamón, ni fiestas, que ya es decir.

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