Opinión - 08/08/2014
"Agosto". Álvaro Plaza
Autor:
Álvaro Plaza

Llega Agosto, el octavo mes del año, cuyo nombre se lo debemos al que rompió una de las historias de amor más sonadas de la historia. Entró triunfante en Roma tras vencer a Cleopatra y Marco Antonio y le puso su nombre. Un ego descomunal es un sello demasiado común a todo poderoso y ese ego es el responsable del nombre de uno de los meses más señalados del año.

Recuerdo que Alcalá se despoblaba, tornándose uno de esos pueblos fantasmas de las películas del oeste, a veces de niño tenía yo la impresión de que un estepicursor iba a salir a mi encuentro en cualquier momento moviéndose con sus característicos algodonados balanceos impulsados por el viento. El estepicursor es ese arbusto típico de los films de Sergio Leone, justo el que pasaba ahí por medio cuando los pistoleros decidían en un duelo a muerte quién se quedaba con Claudia Cardinale.

No hay colegio, muchos padres tienen vacaciones, el sol se busca en la playita -los que pueden, claro-, el congreso permanece cerrado, los periódicos adelgazan páginas, los tertulias deportivas están tomadas por becarios, la televisión se nutre de reposiciones, mi muro del facebook parece un expositor de postales de Rota, Chipiona y Matalascañas y como tengas prisas en resolver un trámite administrativo mejor compra una botella de Malibú y tómalo con calma. Agosto, el ralentizador, si me permitís la ocurrencia del apellido. Un mes donde parece que no pase nada, quedando todo aplazado para Septiembre con la llegada de las promociones para construir portaaviones por fascículos, aprender inglés o coleccionar tacitas de té chinas.

A mi Agosto me desespera, también porque es cuando el Lorenzo pega con más fuerza. Y precisamente sobre ese sol que nos castiga en el mes del emperador es de lo que yo quería hablar.

¿Por qué no le sacamos más partido a ese sol? ¿Por qué no nos convertimos en líderes en energías renovables ya que disponemos de abundante materia prima? ¿Por qué desincentivamos el uso de las mismas, con esos peajes de respaldo y peajes a la generación?

El problema energético, seguramente unido al demográfico, sean dos de los más grandes desafíos a los que la humanidad se enfrente en el siglo XXI. De cómo se gestionen dependerá el futuro de la misma. Claro que esa entelequia de la “humanidad” queda bastante lejos cuando uno se ha podido escapar de la miseria cotidiana para tomarse un tinto en la playa o por fin ha encontrado un currito después de estar más de dos años en el dique seco. Pero la aldea global en la que para bien o para mal vivimos nos obliga a encarar estos desafíos de forma conjunta. Tímidamente algo se está haciendo, ahí marchitan todas esas cumbres, protocolos y normativas que prácticamente todos los países se empeñan en incumplir. No hay que ser muy listo para ver que no es suficiente.

A veces tengo la sensación de que no somos capaces de ver más allá del pasado mañana, y claro, los que nos gobiernan no van a ser los que apunten sus miras un poco más lejos que sus propias narices, ellos no son más que mero reflejo nuestro. Los que sean de mi quinta o mayores, con un poco de suerte, puede que nos libremos de los perjuicios, catástrofes o guerras derivados de no disponer de una energía alternativa a la dependencia de los combustibles fósiles que han entrado ya “en depósito” y del aumento imparable de los tipos que como nosotros al nacer adquieren los mismos derechos por vivir y surtirse de este plantea (aunque desgraciadamente esta afirmación está muy lejos de ser verdad). Puede que en nuestra vejez el alzheimer se convierta en una bendición, para no enterarnos de las hecatombes que ocurren a nuestro alrededor.

Y ahora que se huelen los vientos de cambio, además de reclamar una regeneración política, mano dura contra la corrupción, unas leyes que protejan al ciudadano en contraposición a los grandes intereses económicos que parece que solo quieren maximizar sus beneficios cueste lo que cueste, pese a quien pese, para jolgorio de una poderosa minoría, o recuperar esa utopía del “estado del bienestar” o cualquiera de las buenas intenciones que jalonan esos partidos de nuevo cuño, hay que dejar un huequito para mirar al futuro. 

Hay que reclamarles también desde el ámbito local, nacional e internacional, que ya va siendo hora que nos tomemos en serio los grandes retos del porvenir. Porque es el porvenir lo que de verdad nos queda. Y la apuesta por las energías renovables, por el ecologismo en general, de aquí a poco se va a convertir en condición indispensable y ya estamos llegando algo tarde. Pero más que a los políticos debemos exigirnos a nosotros mismos, porque el movimiento empieza en uno y ya hemos contrastado que esa delegación de nuestras responsabilidades, encarnada en esa papeleta que cada cuatro años apenas la mitad de nosotros depositamos, es una manera muy eficiente de conjurar calamidades, así nos va. 

Hay que cambiar el mantra del crecimiento por el desarrollo sostenible. En 2050 se prevén más de nueve mil millones de almas que querrán llenar el plato y una mengua considerable en los recursos, porque la tecnología que los gestiona no avanza al ritmo en el que los consumimos. Hagan las matemáticas.

Basar la economía y la salud de una sociedad en el crecimiento sin fin nos va a condenar a eso del “pan pa hoy, hambre pa mañana”. Las políticas, ya sean liberales, conservadoras, socialistas, comunistas o del cuño que quieran, que sigan apostando por el crecimiento, si no criminales, son suicidas.

En Agosto, en el mes que se ralentiza todo, mirando al cielo y a ese gran astro que brilla con fuerza extenuadora, en la playa, o muriéndote de asco en el pueblo a la espera de que un estepicursor te salga al paso, es hora de que nos vayamos haciendo preguntas tan sencillas como ¿por qué no le sacamos más partido al sol?

© Guadaíra Información - 41500 Alcalá de Guadaíra (Sevilla) - España
Teléfono: 655 288 588 - Email: info@guadairainformacion.com � Aviso Legal