Opinión - 13/05/2014
"¿Comen los chinos bananas?". Álvaro Plaza
Autor:
Álvaro Plaza

Las imágenes dieron la vuelta al mundo. Una ola de afectación y solidaridad proyectadas en un sinfín de fotos cuyo principal protagonista era una banana. Luego hemos sabido que muchas eran producto de un plan de marketing orquestados previamente en unos despachos de Brasil. Más o menos todos conocemos lo que pasó. Barcelona contra Villarreal. Saque de esquina. Y en uno de esos momentos donde la mano la esconde la masa, un joven, un chico que las noticias tildan de normal y en absoluto racista, quiso hacerse seguramente el gracioso y tiró una banana.

Es curioso como el hombre es un animal simbólico. Si hubiera tirado una pera o una manzana nada habría pasado. Pero tiró una banana, emparentando al futbolista mulato con el mono. Si hubiera tirado bellotas, lo habría emparentado con el cerdo y habría que ver si aquello se consideraría de xenófobo. Los medios de comunicación de masas ávidos de esperpentos como éste pues no han cesado aún de darle cancha al asunto y todavía a algunos no les satisface el castigo ejemplar al chaval.

Entre los que me encuentro yo.

Porque el castigo, que si me apuras, me parece excesivo y seguramente ese pobre diablo está siendo víctima de lo que denominamos un linchamiento mediático. Un pobre cabeza de turco que va a pagar en sus carnes una enfermedad que acecha a toda la sociedad. Lo interesante sería verificar que el chaval ha aprendido la lección y que insinuar en cualquiera de sus formas que una persona por pertenecer a determinada raza está más cerca del mono, y se sobrentiende que de sus deficiencias intelectuales en comparación con el ser humano, es algo que nos deshonra a todos.  Más si cabe por la inexactitud de la ofensa, todos venimos en igual medida de los primates.

A esto se le ha sumado el vodevil del dueño de lo Clippers, que no ha necesitado plátano para dejar a bien clara lo que piensa de los negros. Básicamente le dan asco. Y aunque interceptadas sus palabras de una conversación privada, elemento escandaloso que ha pasado de puntillas, al tipo le está cayendo el cielo encima. Hay cierto revanchismo oportuno, porque el tipo tenía sus enemigos y muchos le esperaban con los dientes afilados que por las noticias que tengo del personaje bien que lo merecía; aunque este ahogará sus penas en sus miles de millones con esa cara de viento fresco que tiene.

Pero ¿qué es ser racista?

Podríamos estar de acuerdo que el racismo es la manifestación de cualquier tipo de discriminación -en cualquiera de sus formas- por el color de la piel. Y yo me pregunto quién de nosotros no es racista.

El racismo es una lacra que difícilmente se puede solventar con castigos ejemplares y titulares en los medios. Requiere de educación y de un esfuerzo personal por desterrar los tics racistas de los que todos somos ejemplo, así como de delatarlos cuando desgraciadamente se producen.

Las veces que regreso al pueblo, noto con cierta aflicción, las chanzas y malos humores que a veces gastamos con los chinos. Por no hablar de las absurdas leyendas urbanas sobre que reemplazan a sus difuntos porque no hay diablo que les distinga en las fotos de sus pasaportes o de que están exentos de pagar impuestos por no sé qué relaciones bilaterales entre nuestro gobierno y el suyo. Y lo digo con conocimiento de causa, al haber alguna que otra vez entablado discusión acalorada sobre la veracidad de esas afirmaciones.

Entiendo que haya cierto resquemor por el atentado estético en el que se ha convertido la calle Mairena, pero muchas de las veces que he oído críticas a sus negocios éstas se han despachado con supercherías barnizadas con ciertos toques racistas, comentarios que nos tomamos con demasiada ligereza. Así contribuimos a relegarlos como ciudadanos de segunda categoría.

Sí, los chinos trabajan como chinos, sí, venden más barato, sí, mantienen horas y horas abiertos sus locales. Y por cómo les va dan respuesta a una demanda social: la adquisición de productos de baja calidad.

Algunos serán víctimas de mafias, otros simplemente están invirtiendo el ahorro de sus familias y aquí están prosperando, como algunos de nosotros intentamos prosperar fuera de nuestras fronteras. Los chinos y la invasión de sus productos es una problemática compleja que solemos resolver con chistes de mal gusto justo antes de comprar un juego de destornilladores baratos.

Y el que habla de chinos, habla de los moros y el que habla de los moros habla de los negros del Top Manta que la última vez que estuve en Madrid eran como una plaga alrededor de Atocha. ¿Y qué decir de los gitanos? El racismo tiene también mucho de economía, como fabuló maravillosamente esa producción sevillana de “El Traje”. Es un problema profundo que se emparenta con el miedo y con la facilidad de esos animales que proceden del mono para dejarse arrastrar por los fanatismos, por las simplezas y por los charlatanes.

Si preguntas, nadie es racista, nadie es homófobo, nadie es machista, pero muchos de nosotros luego ponemos un pero... Esos “peros” son pequeñas infamias que si queremos ser sinceros deberíamos intentar desterrar de nosotros mismos.

Yo tengo tics racistas. A veces me sorprendo cómo los tengo incardinados en el alma. Nunca son inofensivos. Ojalá sea de los pocos, pero me da a mí que si escarbamos somos muchas las manos las que tiramos plátanos. Y es eso lo que nos deberíamos mirar y es eso lo que nos deberían hacer ver. Porque aunque a algunos no les guste, la piel, la cultura, la lengua, las costumbres, las religiones, nos diferencian, pero al final de la película todos somos el mismo animal garrulo que hasta hace no muy poco colgaba de los árboles.

© Guadaíra Información - 41500 Alcalá de Guadaíra (Sevilla) - España
Teléfono: 655 288 588 - Email: info@guadairainformacion.com � Aviso Legal